La tarde y velada del martes fueron de esas que no se olvidan. Cientos de velas llenaron la Basílica de Santa Maria del Pi y todos los asistentes quedamos completamente rodeados por la imponente belleza de este edificio ubicado en pleno barrio Gótico. Un lugar que se preparaba para una de sus citas musicales más importantes: un concierto Candlelight en apoyo a los refugiados ucranianos. Una iniciativa con la que Candlelight y ACNUR han querido volcarse para aportar luz en momentos difíciles como el que estamos viviendo ahora. Todos los beneficios irán destinados a ayudar tanto a los afectados por la situación en Ucrania como a otros ciudadanos refugiados.
Sin embargo, la verdadera protagonista de esta historia se llama Anastasiia Frasyniuk. Es la pianista ucraniana refugiada en Madrid, que con su música está aportando luz en estos conciertos benéficos de Candlelight. Son tributos al compositor italiano Ludovico Einaudi.
Anastasiia ha desarrollado su carrera en el Teatro de Ópera y Ballet de Odessa, y su vida siempre ha girado en torno a la música, el piano y el órgano. “Son dos instrumentos distintos, pero están conectados por el teclado”, cuenta a Barcelona Secreta. También invoca su amor por el primero: “Llevo más de 20 años tocando el piano. Es como mi corazón, mi alma. Somos uno”.
Hablando de la música y de su amor por ella, Anastasiia recuerda la importancia y el poder que tiene la música para curarnos y sanar heridas, especialmente en momentos delicados. Y también menciona la labor fundamental que tienen los músicos en todo este engranaje cultural y humanitario: “Es un gran placer que algunos pianistas tengan la posibilidad de emocionarte a través de un instrumento”. Y añade: “Como músicos, tenemos la oportunidad de completar nuestro pensamiento sin palabras; tan solo a través del lenguaje internacional de la música”.
Es sin duda este carácter universal lo que hace de la música un elemento imprescindible para el desarrollo de la cultura y el pensamiento. Y es que, como la propia pianista explica, la música ayuda a florecer los pensamientos más profundos cuando atravesamos momentos especialmente difíciles, como el de ahora en Ucrania.
En concreto, cuando le preguntamos por una canción o un compositor que le reconforte especialmente, su respuesta es muy clara: toda la música de Sergei Rachmaninoff. También la de Maurice Ravel. Y sobre este último, añade: “Estoy enamorada de él”.
Seguimos hablando de música y de cómo es una herramienta poderosa para transformar nuestro presente. El más inmediato es evidente, y ella tiene muy clara la oportunidad que le ha supuesto el ofrecimiento de Candlelight. Lo explica así: “Cuando llegué a Madrid a mediados de marzo, la productora Eva Marco (de Sing Us Music) me llamó para proponerme formar parte de este proyecto”. Y aceptó encantada. “No tuve posibilidad alguna de decir que no porque la música de Ludovico Einaudi es grande y por supuesto es una gran oportunidad para hablar al público y transmitir nuestro mensaje a través de los sonidos de la música”.
En alusión a Ludovico Einaudi, explica que su música es una gran oportunidad para crear un diálogo entre culturas, compositores y productores; un baile de significados y diferentes puntos de vista sobre la vida. Y añade: “Ludovico dijo una vez que solo cuando nos damos cuenta o recordamos que nuestro tiempo es limitado podemos canalizar nuestra energía para vivir verdaderamente. Creo que con esta gira de conciertos tenemos la oportunidad de canalizar nuestra energía, como dice él, y que ésta llegue al fondo de todos los que tienen la posibilidad de escucharla creo que es la razón de ser de la música”.
También asegura que hay mucha vida y amor por la vida en estas palabras de Ludovico, y que hoy más que nunca el concepto de vida se está volviendo importante para ella y para la humanidad en su conjunto. “Solo cuando nos enfrentamos con el mal, el odio y la muerte empezamos a comprender el valor de la bondad, el amor y la vida”.
El resultado fue más que emotivo: Anastasiia interpretó los temas más emblemáticos de Ludovico con su bebé en el regazo. Al iniciarse el concierto, el niño empezó a llorar porque no quería separarse de su madre. Su llanto se escuchaba desde la nave principal de la basílica, y solo se calmó cuando ella lo cogió en brazos. Dos cuerpos unidos a través de la música que consiguieron llenar de luz, esperanza y emoción el interior de la Basílica.
Anastasiia también da las gracias a la organización de Candlelight por llevar a cabo esta iniciativa y difundir el arte por todo el mundo. Además del concierto celebrado ayer en Barcelona, Candlelight ha preparado varios conciertos benéficos en distintas ciudades de España: serán en Bilbao hoy y en Madrid el domingo. Una iniciativa para promover la paz y demostrar, una vez más, que la música es capaz de apaciguar el espíritu y difundir el amor que todos llevamos dentro.