Sí, ese deporte que se juega en Howgarts tiene sus seguidores.
La verdad es que es raro, o por lo menos se sale de lo habitual: en pocas ocasiones se traslada la ficción a la realidad. Normalmente -en el 99’9% de los casos- es del revés. De la realidad a la ficción. Y más en un caso de ficción fantástica. Así que este hecho merece la pena ser comentado, aunque sólo sea por la nota discordante comentada.
Vamos con ello: el Quidditch, por si hay alguien que no ha visto o leído las películas o novelas de Harry Potter, es a Howgarts lo que el fútbol a un instituto español. En otras palabras, el deporte rey.
La mecánica del juego, por la evidente falta de magia en nuestro aburrido mundo muggle, varía con respecto a la forma de jugarlo imaginada por JK Rowling. Aquí, sin escobas voladoras ni drones que puedan hacer las veces de snitch dorada, algunas cosas son diferentes.
A saber, son 7 jugadores por equipo, se colocan en su campo, hay una quaffle (pelota de voleibol) y tres bludgers (rojas y blandas) se ponen en el centro del campo y, al grito de ‘Brooms up!”, comienza el partido. Gana el que más puntos consiga y atrapar el snitch no da 150 puntos, sino 30.
Ah, no lo hemos dicho: el Snitch -nótese el articulo masculino- es una persona. Un fulano vestido de amarillo que corre paqui pallá con una pelota de tenis metida en un calcetín que va atado a su cintura.
En Cataluña hay una asociación: la Asocación de Quidditch de Cataluña, que existe desde 2015 y que está integrada por cinco equipos: el Barcelona Eagles, Imperius Zaragoza, Nightmare Grims, Wyverns y Bocs Folls. De los cuales, dos (Barcelona Eagles y Wyverns son de Barcelona).
El año pasado se celebró en Barcelona el Moustaches Time, un campeonato de quidditch internacional que repetirá edición este curso. Se jugará del uno al dos de septiembre y, como el año pasado, vendrán jugadores (y jugadoras, porque es un deporte mixto) de todo el mundo para demostrar que no debieron haber nacido muggles.