Se mire desde donde se mire: Barcelona nos encanta.
Que todo depende de los ojos con los que se mira es una frase tan repetida y manida como cierta. Barcelona no es la misma si se ve con los ojos –no existe la tecnología suficiente– de un hombre de cromañón y tampoco es la misma si es, por ejemplo, Enrique Vila-Matas quien la escribe.
Por eso tampoco es la misma si es Marton Mogyorosky quien coge un drone, lo hace volar y saca fotos cenitales de la ciudad como si fuese el último juguete de Playmobil. Y no es la misma porque nos demuestra que Barcelona desde los aires puede ser mucho más que l’Eixample y su perfecta geometría. Puede ser el puerto y sus espigones, puede ser el barrio de la Barceloneta, puede ser Walden 7 y toda la polémica que lo engloba.