Si algún día te has preguntado por qué los taxis de Barcelona son negros y amarillos, la respuesta está en una historia que mezcla médicos soñadores, fábricas del Poblenou y una empresa con nombre bíblico: David S.A.
Sí: David, como el que venció a Goliat. Y en cierto modo, eso fue exactamente lo que intentó hacer el fundador de esta empresa.
El coche que nació para luchar contra los gigantes
En 1913, Josep Maria Armangué médico, periodista y emprendedor incansable, decidió fundar la Fábrica Nacional de Cyclecars David. Su idea era tan simple como ambiciosa: fabricar coches pequeños, ligeros y asequibles para competir con los grandes monstruos europeos del motor, como Renault o Peugeot.
Primero levantó el taller en la avenida del Tibidabo y, más tarde, lo trasladó a la calle Pallars del Poblenou, el corazón industrial de la Barcelona de entonces. Allí nacieron los cyclecars David, vehículos deportivos y elegantes que llegaron a participar en carreras como la Subida a la Rabassada o el Barcelona-Madrid-Barcelona.
El nacimiento del taxi amarillo y negro en Barcelona

Todo cambió en 1917, cuando un accidente aéreo acabó con la vida de Armangué. La empresa pasó a manos de los hermanos Moré, que dejaron los circuitos para centrarse en un negocio mucho más urbano y, al parecer, rentable: el taxi. Y ahí nació una leyenda.
Los nuevos taxis David eran robustos, fiables y, sobre todo, llamaban la atención. Su carrocería combinaba el negro con el amarillo, una elección pensada para destacar entre el tráfico de una ciudad que empezaba a modernizarse. En el capó, una pequeña figura del David de Miguel Ángel recordaba de dónde venían.
Sin saberlo, aquella decisión de color marcaría para siempre el paisaje barcelonés. Los taxis David no solo eran llamativos, sino que tenían fama de impecables: los conductores vestían uniforme, no aceptaban propinas y debían mantener el vehículo limpio y seguro. En los años 20, más de mil taxis David circulaban por las calles de la ciudad.
El final del viaje: el edificio de David SA que aún puedes visitar

La Guerra Civil y la posguerra acabaron con la empresa, que perdió sus licencias y no logró sobrevivir al auge del Seat 600. Pero su huella perdura en algo mucho más cotidiano: el color de los taxis que seguimos viendo cada día por las calles de Barcelona.
Así que la próxima vez que levantes la mano en una esquina para parar uno, recuerda: ese toque amarillo viene de una pequeña fábrica del Poblenou que, hace más de un siglo, se atrevió a soñar con los gigantes.
De hecho, David SA tuvo tanto éxito que dejó un importante legado tras de sí que aún se puede visitar: el Edificio David, en la calle Aribau 240, construido durante sus años de esplendor, que todavía existe, sigue llevando su nombre y que es un símbolo vivo de la historia de la ciudad.