La lucha ha tenido su premio: la Casa Orsola, el símbolo contra la especulación inmobiliaria de Barcelonav, será, finalmente, para sus vecinos. En un giro inesperado del guión que prometía un desahucio para sus inquilinos, el Ayuntamiento ha anunciado esta mañana que comprará el emblemático edificio del Eixample.
Así, el edificio, propiedad del fondo de inversión Lioness Inversiones, pasará a manos del Consistorio y la entidad social Habitat 3, mediante una «fórmula social colaborativa», según ha informado el consistorio en un comunicado.
El anuncio ha llegado después varios días en que la presión vecinal ha logrado atraer las miradas de todos y movilizar a manifestantes que han conseguido detener en dos ocasiones el intento de desahucio de Josep Torrent, profesor de 49 años y residente en el bloque desde hace 24 años. Su desalojo, previsto inicialmente para la semana pasada, se había aplazado hasta el 18 de febrero, y ahora ya ha quedado suspendido.
El acuerdo se presentará con más detalles este viernes a las 11 horas en una rueda de prensa con la participación del alcalde de Barcelona, Jaume Collboni; la presidenta de Habitat 3, Carme Trilla, y el síndic de greuges de Barcelona, David Bondia. Una hora después, el Sindicat de Llogateres valorará la situación frente a la misma Casa Orsola.
Casa Orsola, el símbolo de la crisis de la vivienda en Barcelona
El caso se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la especulación inmobiliaria en Barcelona. Desde 2001, cuando el fondo de inversión adquirió el edificio, ha ejectuado varias estrategias para no renovar los contratos de los inquilinos, buscando reformar los pisos y triplicar los alquileres. Actualmente, los vecinos pagan entre 700 y 900 euros, pero el plan de la propiedad era elevar las rentas hasta los 2.100 o 2.800 euros mensuales.
El Ayuntamiento ya había tenido la opción de comprar el edificio en 2022, pero el gobierno de Ada Colau priorizó otras adquisiciones. Ahora, tras las movilizaciones de las últimas semanas, se ha materializado la compra. Y aunque se celebra como una victoria, los movimientos en defensa de la vivienda recuerdan que el problema va más allá de la Casa Orsola, afecta a numerosos barrios de Barcelona y que miles de viviendas de Barcelona están en riesgo de convertirse en una nueva «Casa Orsola».