Estamos acostumbrados a que la alta gastronomía suponga pagar un precio alto, y sencillamente muchas personas no pueden costearlo. Reinventar el concepto para adaptarlo a un público mayor parece ser uno de los retos que se ha propuesto la galardonada chef Carme Ruscalleda. Su restaurante Blanc, situado en el lujoso hotel Mandarin Oriental, Barcelona ofrece un exquisito menú desde 36 euros.
El propósito de Blanc es claro: tal y como nos explica Carme Ruscalleda, “el punto de partida es sumar valores gourmets a los menús de Blanc logrando que el comensal se divierta con las combinaciones de los sabores de temporada”.
Blanc es un espacio bastante diáfano, de tonos cálidos y con muchísima luz. El menú que se ofrece está centrado en la cocina local y los ingredientes naturales pero añadiendo un toque de imaginación. Ofrecen dos tipos: uno de mediodía y noche de lunes a sábado, y otro para los domingos.
En el primer menú hay lugar para creaciones como el ajo blanco, frutos rojos y anguila ahumada y para platos más tradicionales como el Risotto de espárragos verdes y setas. Un jugoso plato que nos recuerda a los que nos cocinaban nuestras abuelas, elaborado con mimo e ingredientes de primera calidad. Aunque no podemos dejar de mencionar el rape con cítricos y cilantro o de postre el Banana Split Mandarin Oriental, estilo Barcelona.
El “Domingos de Carme” nos sorprende con un aperitivo sorpresa de la chef y uno de los platos estrella: los canelones Carme Ruscalleda elaborados con un asado de tres carnes, bechamel y gratinado. También con platos como el pescado de lonja con su guarnición o la Carne a elección del chef, que van cambiando según el mercado.
Blanc es una experiencia 5* totalmente coherente con el estatus de Mandarin Oriental, Barcelona pero sin pretensiones. Tanto la atención del servicio como el local son de excelencia. Un espacio casi onírico en el que, como el propio nombre indica, los blancos toman el protagonismo entre techos acristalados, vegetación flotante y tres grandes hornos de leña que protagonizan el espacio de la cocina.
Un lugar para perderse entre gastronomía de alta calidad a un precio accesible, y que la propia Carme Ruscalleda define bajo estos tres adjetivos: fresco, ágil y atento.