Muchos conocen la Costa Brava por sus playas, y es verdad que es uno de sus principales atractivos, pero la belleza de sus paisajes va más allá del horizonte que resigue el Mediterráneo. En su interior encontramos pueblitos cuyo encanto nos invita a descubrirlos y a no querer irnos de ellos. Es el caso de Palafrugell. Y allí, en el entramado de calles de su centro histórico encontramos un lugar del que tampoco nadie querría irse. Un rincón que nos acoge y donde el tiempo parece, si no detenerse, sí respirar a un ritmo más lento. Se llama Can Mascort Eco Hotel y es uno de los pocos hoteles con certificado ecológico de la zona.
Can Mascort era una antigua casa privada que fecha de 1694. Tal vez por eso la sensación de entrar allí no es la de entrar a un hotel, ni siquiera a un hotel boutique, como es el caso: es la de entrar a casa. Y sabemos que no es fácil encontrar lugares en zonas turísticas donde se mantenga esa esencia de sentirse como en casa.
La sostenibilidad como base
Respetando los orígenes de la casa, el verano pasado Can Mascort fue restaurado siguiendo los principios de la bioconstrucción y manteniendo la arquitectura original. Y pasó a convertirse en este hotel ecológico de 3*** en el que sus generosos propietarios y anfitriones (Lourdes y Alfred) pusieron todo su amor para que fuese una apuesta por la ecología y la sostenibilidad a través del bienestar natural, la gastronomía y la salud.
Se trata de un hotel boutique con solo 15 habitaciones, una terraza con vistas panorámicas, zonas comunes, cocina, un Caldarium y una antigua farmacia, la Botica, que ahora es la entrada a la cafetería y un aparador de marcas locales. Mantiene su aspecto vintage, con retablos grises que efectivamente recuerdan a una antigua farmacia y que aún encontramos en las más antiguas. Allí venden productos como chocolates locales, vinos de la zona (recordemos que L’Empordà cuenta con D.O en vinos), infusiones del Empordà o las famosas hierbas naturales que elabora Iolanda Bustos para cocinar y guarnir nuestros platos.
El Caldarium es otra de las zonas destacadas: una pequeña piscina de agua caliente que es ideal para darse un baño y relajarse con música de fondo.
Las habitaciones: un oasis de descanso
Sin embargo, las propias habitaciones cuentan con su esencia: en tonos beige, con un diseño moderno y cuidado y muchísima luz natural, son espacios que invitan a bajar el ritmo y desconectar. O incluso a no salir de allí.
Muchos de los muebles son rescatados de la casa original; los que no, han sido restaurados o por lo menos cuentan con un origen sostenible. Los textiles son de algodón orgánico y los muros radiantes son espacios libres de emisiones tóxicas gracias a su cobertura con pintura vegetal. Y como es de esperar, todo eso no puede hacer más que sumar y ayudar a que nos relajemos entre sus paredes. Incluso los amenities son sin plástico y de proveedores locales y ecológicos.
La gastronomía
En el hotel no ofrecen comidas ni cenas, precisamente porque quieren garantizar una experiencia gastronómica lo más satisfactoria posible y que se ajuste a la esencia del hotel: un lugar pequeño con un trato personalizado. Sin embargo, sí ofrecen desayunos en los que incorporan alimentos locales y ecológicos (muchos de ellos, comprados en el Mercado de Palafrugell). Destacan los ‘mascortaps’, un tentempié tributo a la tradición corchera de la zona. Los desayunos puede disfrutarlos todo aquel que desee: no hace falta estar alojado en el hotel.
En definitiva, Can Mascort Eco Hotel se ha convertido, sin duda, en uno de nuestros rincones preferidos de la Costa Brava. Un lugar al que hay que venir con ánimo de descansar, reconectar con nosotros mismos y huir del bullicio que a menudo encontramos en las playas de la zona.