El fenómeno de la famosa magdalena de Proust sostiene que un sabor, un olor o incluso un gesto, puede retrotraernos a un momento pasado de nuestras vidas. El gusto es uno de los sentidos más desarrollados que tenemos y tiene esa capacidad de hacernos viajar al pasado.
Ocurre también con los helados, esos compañeros de los veranos de nuestra infancia que, al llegar el calor, se convierten en extensión de nuestro brazo. Ocurre también con el queso, que provoca una sensación de bienestar en cuanto tomamos un primer bocado. Y esto tiene su porqué: según el estudio realizado por el psiquiatra Lukas Van Oudenhove, las grasas atenúan la sensación de tristeza.
Hemos hablado del helado y el queso por separado, ¿pero qué pasaría si se juntaran? Esta combinación existe y, no solo eso: tiene su propio trayecto marcado en seis heladerías de Barcelona. Bienvenidos a la Ruta del Helado Artesanal de Grana Padano.
Desde ahora y hasta el 31 de agosto, seis establecimientos ofrecerán este refrescante manjar. Son Le Glace (Passeig de San Joan, 5); Heladería Cosi Duci (Carrer de Pujades, 218); Heladería Sante (Carrer de Rossello, 287); Cremeria Toscana (Carrer de Muntaner, 161); Gocce di Latte (Pla de Palau, 4) y Manna Gelats (Carrer dels Banys Nous, 22).
No es un helado (ni un queso) cualquiera
El Grana Padano es la Denominación de Origen Protegida de quesos más consumida del mundo (y de las más longevas, con una historia de más de mil años a sus espaldas): Ahora la marca nos sorprende con un twist sofisticado y veraniego. Lo hace con un queso Grana Panadano fruto de un proceso de maduración de 14 meses, que acentúa el aroma y la dulzura del queso, además de sus cualidades de elasticidad y adhesividad sin perder la frescura propia de un helado.
Además de ser artesanal y muy nutritivo, se trata de un queso libre de gluten y lactosa, por lo que cualquier persona a la que le guste el queso podrá disfrutarlo.