
A las afueras de Barcelona, en Sant Just Desvern, se alza Walden 7, uno de los edificios residenciales que es todo un símbolo de la arquitectura modular en Catalunya y a nivel nacional.
Concebido y construido en 1975 por el Taller de Arquitectura de Ricardo Bofill, este complejo es mucho más que un conjunto de viviendas: es el resultado de una visión utópica y experimental que buscaba reinventar la vida en comunidad y los modos de habitar el espacio urbano.

Cualquier ávido lector puede haberse dado cuenta ya que su nombre hace referencia directa a la novela «Walden Dos» de B.F. Skinner, que describe una sociedad ideal basada en la cooperación y la innovación social.
¿Cuánto vale un piso en el Walden 7 de Sant Just Desvern?

Hoy, vivir en un espacio que en su época fue todo un símbolo de vanguardia no es una utopía. De hecho, recientemente un anuncio en el portal inmobiliario Idealista le ha puesto precio a esta idea: 240.000 euros.
Eso es lo que valdría hoy un piso de unos 60 m2 con 2 habitaciones en este complejo en el que la propia Anna Bofill, arquitecta, hermana de Ricardo y coautora del proyecto, ha residido durante más de 30 años.
La zona comunitaria cuenta con una piscina a compartir entre los diferentes bloques, como se especifica en el propio anuncio de Internet.
El espacio se concibió como una pequeña ciudad, en la que los vecinos pueden hacer vida dentro del edificio. Cuenta con salas de reunión, juego, bares y hasta locales comerciales en la planta baja.
Sobre Walden 7

El Walden está formado por dos ejes de simetría construidos a parir de la unión de uno a cuatro módulos, en una o dos plantas. El complejo alcanza los 50 metros de altura y alberga a más de 1.000 residentes en unas 446 viviendas. En la azotea, dos piscinas comunitarias ofrecen vistas panorámicas de Barcelona y el Baix Llobregat.
Con un tono arcilloso predominante en toda su estructura, que combina con tonos azules en el interior, es un edificio que transmite la sensación de aridez, de desértico. Las formas geométricas, las líneas rectas y la ausencia de ornamentos recuerdan a otras obras de Bofill, como la Muralla Roja de Calpe.
Pese a su carácter vanguardista e inspirador, su diseño modular se ha enfrentado desafíos técnicos a lo largo de los años, como problemas de impermeabilización y desprendimientos de revestimientos cerámicos, que han requerido varias rehabilitaciones.
De hecho, recuerda a otras construcciones similares de Bofill, como la Muralla Roja de Calpe, en la que predominan las líneas rectas más que las circulares, pero con un contraste cromático evidente dentro del propio edifico y en el entorno.
Imagina vivir en un espacio que arquitectos, estudiantes y turistas de todo el mundo lo visitan para descubrir un modelo de vivienda que, medio siglo después, sigue planteando preguntas sobre cómo queremos vivir y convivir en las ciudades del futuro. Y, además, es Bien de Interés Cultural Local.