La semana pasada, Beyoncé tuvo un paso fugaz por Barcelona.
Beyoncé, paella, kétchup, Barcelona. La sucesión de elementos remite a un campo semántico imposible y recuerda (por el encadenamiento) a Ricky Martin, el perro, la niña y la mermelada. Aunque, lógicamente, no tiene nada que ver y lo único en lo que podría parecerse a la historia de Ricky Martin es en la falta de certeza y en la repercusión mediática de la acción.
La semana pasada, Beyoncé tuvo un paso fugaz por Barcelona. Llegó para grabar un spot de no se sabe qué, se alojó en una suite del Hotel Arts que cuesta 10.000€ y comió en el Botafumeiro, restaurante de postín que está en el barrio de Gràcia.
Esto último, lo de que comió en el Botafumeiro, lo sabemos porque se ha filtrado una imagen de Beyoncé. Pero lo sorpresivo de la historia no es que Beyoncé coma (todo el mundo tiene que comer). Lo sorpresivo e incluso indignante es que un bote de kétchup figure sobre la mesa.
Si bien es cierto que los medios estamos siendo un poco papistas al replicar esta información afirmando que le echó kétchup a la paella (no hay certeza), no es menos cierto que no hay ningún plato en la carta del Botafumeiro que pida kétchup. Porque el caso sería igualmente grave si se lo hubiera echado a un jamón 5 J o a un centollo.
En cualquier caso, lejos de parecerse al caso de Jamie Oliver (recordamos: le puso chorizo a una paella), Beyoncé es solo una pobre diabla.