Seguro que conoces el Mercat de la Concepció, situado en la Dreta de l’Eixample, pero muy probablemente no hayas pasado nunca por uno de sus laterales; un pasaje tranquilo y con mucho encanto que une las calles Valencia y Aragó. Y que no sería lo mismo sin la terraza de uno de los restaurantes más antiguos de la ciudad: el Casa Amalia. Fundado en 1950, este local es aún hoy un referente en la capital, y hemos entendido el por qué de esa bendición.
Dejando de lado la belleza del local, que no pasa desapercibida, lo fundamental de este lugar es su carta de platos y el trato que ofrecen a los comensales. Muchos de los productos son fruto de la sinergia con varias paradas del Mercat de la Concepció, algo que les permite tener productos de temporada y proximidad.
Y hablando de proximidad, también tienen en cuenta la cercanía con los comercios del barrio en productos como el pan o la leche.
En la carta encontramos platos como la Tajima Wagyu, que es cecina 100% de Wagyu de Teruel curada 24 meses, o los Popeyes, que son buñuelos de espinacas de Can Fisas con miel del panal. Y aunque más típico, no por ello menos reseñables son sus croquetas cremosas: de jamón ibérico y de pollo de pastoreo.
Tampoco nos olvidamos de esas tapas de bar castizo que todos hemos disfrutado alguna vez; es el caso del morro frito, que en Casa Amàlia preparan a base de una doble cocción en ajo y romero. ¡Vaya morro! Y nunca mejor dicho.
Como platos principales, es de bocado obligatorio el confit de pato de bellota del Lluçanès a la brasa con salsa hoisin y wasabi fresco del Montseny. Este wasabi no tiene color (ni sabor) con todos los que hayas catado previamente, e incluso lo rallan frente a ti como proceso del emplatado. Tampoco se queda atrás el Tarrako Tosa-mi, un tataki de ventresca de atún rojo “Balfegó” con semillas de sésamo y que también se acompaña de este manjar japonés.
Y para terminar, nuestra elección preferida es el pastel de queso. Porque sí, pasteles de queso hay muchos, pero que sea muy cremoso, esté suficientemente frío sin llegar a estar helado y de elaboración propia, pocos. Viene acompañado de vainilla de Madagascar, nube de frambuesa y crujiente de frambuesa liofilizada.