Lleva dos semanas en prisión y la noticia ha sorprendido a propios y extraños.
Cecilio G, el rapero conocido por su viralizada desaparición (o por sus beefs con la práctica totalidad de la escena musical española o por borrar toda su discografía de YouTube para subir seis temas de punk-rock ibérico o por ser el-rapero-de-la-cruz-en-la-frente o por la hilarante y surrealista entrevista que le hizo a Carlotta Cosials), entró en la cárcel el 6 de agosto.
A sus 24 años, Juan Cecilia Ruiz -ese es su nombre real- ha ingresado en prisión por un delito cometido en 2015. El delito en cuestión son unas amenazas proferidas durante un incidente en el Metro. La pena, ejecutada por el Juzgado de lo Penal número 15 de Barcelona, es de un año y dos meses.
Así pues, la condena -sumada a otra que arrastra por un robo con fuerza- ha obligado a Cecilio G a entrar en prisión. Donde, como hemos dicho, ya lleva 15 días.
El entorno de Cecilio G ha considerado que la entrada a prisión era evitable presentando su historial psiquiátrico. Algo que no ha sido posible porque, como señala El Periódico de Catalunya: “la persona que defendía a Cecilio G se desentendió del caso y no recurrió la sentencia”.
Circunstancia, la de la mera existencia de un historial psiquiátrico, presente en alguna de sus lisérgicas letras: “Estuve conmigo mismo y me di un porro, iba to’embrotao y me habló un cerdo, viví en otra realidad de mi cerebro”.
Por seguir dando cuenta de la dimensión artística de Cecilio -muchas veces definido como caricatura de sí mismo- bastaría con citar algunas de sus letras. Frases desgarradoras como: “Mi alma nunca viste de blanco, escrito con sangre en el baño” o despreocupadas y provocativas como como “C. Tangana parece un cromo, una etiqueta Lacoste de mi polo”.
En cualquiera de los casos, frases que -por razones obvias- no podrá cantar en la gira por Argentina que tenía programada para el mes que viene.