Chi Nanit se ha ganado un hueco en el corazón de todos los amantes de la gastronomía asiática que viven en Gràcia.
Cuentan que, tras la Segunda Guerra Mundial, inmigrantes chinos empezaron a llegar en masa a Estados Unidos –shoot out para Steinbeck que lo reflejó en Al Este del Edén. Su llegada se cuenta a la vez que el nacimiento de los restaurantes chinos. El desembarco de este tipo de cocina no fue todo lo próspero que cabría esperar. Los autóctonos no aceptaron estos sabores nuevos y, por ende, extraños. Así que los recién llegados optaron por darle un viraje a su gastronomía: la adaptarían al paladar occidental.
¿El por qué de esta clase de historia? Bueno, los años han ido pasando y nosotros hemos seguido comiendo pollo con almendras. O, mejor, hemos seguido diciendo que comíamos comida china tras comer pollo con almendras.
Y nunca está de más recordar que la comida que nos ha llegado está relativamente falsificada. Aunque no toda, obviamente: los paladares se han ido abriendo y lo que hace unos años se hubiera considerado como un nido de resistencia oriental, ahora es una muestra de autenticidad más. Es el caso de Chi Nanit. Si bien es cierto que el de Chi Nanit no es “una muestra más”. Es, más bien, una cuestión especial.
Chi Nanit, en Martínez de la Rosa, 42, es el restaurante sucesor de Nanit. Nanit estaba antes en carrer de Balmes y no tenían clientes: tenían correligionarios y seguidores de la doctrina del dumpling.
El local de Balmes cerró y el matrimonio que gestiona el restaurante lo abrió kilómetro y medio más arriba. Y, bueno, la esencia del Nanit permanece incólume. Chi Nanit se ha ganado un hueco en el corazón de todos los amantes de la gastronomía asiática que viven en Gràcia.