20 esculturas de perros distribuidas en los 10 distritos de Barcelona: esa es la iniciativa del ayuntamiento para tratar de concienciar a los ciudadanos de que tener un perro conlleva una responsabilidad.
Por mucho que les silbes, chistes o llames, no van a mover la cola, ladrar o gruñir, aunque parezcan de verdad, estos veinte perros son de yeso.
La campaña, llamada GosSOS (juego de palabras con gos, perro en catalán), nace por dos razones. La primera, para dar a entender el drama que le supone a un animal ser abandonado y así responsabilizar y culpabilizar a quienes lo hacen. La segunda, para hacer saber que en el Centro de Acogida de Animales de Compañía de Barcelona hay animales deseosos de una oportunidad.
Las esculturas miden alrededor de 70 centímetros, pesan aproximadamente 35 kilogramos y se han hecho mediante moldes diseñados con una impresora 3D. Para ello se han tomado como modelos a dos perros reales: a Neula, abandonada atada a una farola, y a Samsó, que lleva dos años en la protectora esperando una adopción.
Además, cada estatua viene marcada con un código QR que, tras ser escaneado, muestra la historia de cada animal, así como su estado actual.
El drama del abandono canino y gatuno en Barcelona es real: cada año se recogen casi dos mil animales que, o bien han sido abandonados, o bien se han perdido.