Ha llegado el momento. La tienda de campaña está preparada, al igual que los outfits que vas a lucir cada día y el planning para no perderse ninguno de los grupos que conoces. Esto último no ha sido muy complicado, pues hay más nombres que te suenan a chino en el cartel del festival que conocidos pero de eso trata ¿No? De abrir nuevos horizontes musicales y estar dispuesto a conocer nuevas bandas.
Ja, ja y ja.
Tú, que te remangas los pantalones en pleno enero y gastaste los ahorros en unas New Balance y en comer de japonés, es hora de que te sinceres contigo mismo. No has pagado la pasta que cuesta el abono porque seas un melómano empedernido sino por presión social: todos tus colegas van a ir y claro, no vas a ser el pringado que se pierde las anécdotas ni el que falta en las fotos que subirán a Instagram. Desde que éste puede conectarse con el Facebook, la red de Zuckerberg solo sirve para expresar esos pensamientos tan profundos que crees que tienes o para citar a Nietzsche.
Al caso, se acerca el día y una de las cosas que te tiran para atrás es la fauna que te vas a encontrar allí. El resto siempre es el más payaso, ravero, postureta y bocazas. Tú no haces nada, solo ser tú mismo. Eso para un anuncio de compresas va genial pero la realidad es diferente, eres uno de ellos. Lamento que tengas que enterarte de esta triste noticia a través de un blog pero solo tienes que observar y darte cuenta de que, en realidad, tú, yo y el resto de la humanidad tenemos menos personalidad de la que creemos.
Primero, mírate al espejo: gafas de pasta, corte a lo Skrillex…quizá te has dejado crecer la barba o tienes un aro en la nariz. Como tú, cien más. Vuelve a repasar el cartel del Sonar. The Chemical Brothers…mmm…a esos los pinchan en la Sidecar ¿Duran Duran? Míticos, la ex te regaló el CD, nunca lo escuchaste del todo (te recordaba a ella) ¿Die Antwoord? ¡Oh, esos molan, son súper bizarros! Totally Enormous Extinct Dinosaurs…De esos tienes una camiseta, te hacía gracia el nombre.
Si los grupos que salen con letras grandes los tienes cogidos con pinzas, imagínate los de la letra pequeña…Con ellos haces como con la política de privacidad, los miras por encima y le das al “acepto”. Si te preguntan si has escuchado alguno, asientes y sonríes.
Lo que mola de los festivales es coleccionar pulseritas de colores que no te quitas en un año, el Sonar solo es el primer paso. Cuando te reencuentras con los tuyos al final del verano eso se convierte en una competición para ver quién tiene más o quién se pegó la mejor juerga. Sí, una de las cosas malas que tienen los festivales es que te gastas una pasta para vivir una experiencia de la que nunca te vas a acordar del todo, pues estabas demasiado borracho (o colocado).
Si eres chica, en la bolsa llevas muchos flecos, gafas de sol XL y, por supuesto, corona de flores. Todo ello comprado en un flea market, claro. También maquillaje que sabes que no te vas a poner por las colas eternas y el calor (esto último por miedo a que se te derrita la cara).
Como sé que no terminas de creerme, espera a volver del festival y piensa en cuántas canciones te sabías, cuánta resaca tienes y si alguna de tus prendas modernas ha sobrevivido. Luego confirma chequeando las redes sociales y las publicaciones que comentan lo bien que te lo has pasado y piensa ¿Habría sido lo mismo sin esos chupitos de Jagger? Nada más que añadir.