Se construyó entre 1699 y 1704, pero estuvo a punto de desaparecer en la Guerra Civil. No obstante, sobrevivió, y hoy podemos ver en Barcelona una de las joyas barrocas más desconocidas de Ciutat Vella: la iglesia de Sant Sever.
El templo, al lado de la Catedral, reabre ahora sus puertas tras cinco años cerrado al público por las obras de remodelación.
Para celebrarlo, la iglesia ha organizado una jornada de puertas abiertas durante tres días: el 11, 13 y 14 de febrero. El objetivo es que todos los vecinos puedan admirar este ejemplo excepcional del barroco en la ciudad, menos común quizás que el Gótico o el Modernismo, pero igual de importante.. «Este estilo artístico ha dejado huella en el paisaje y carácter catalán, y Sant Sever es uno de los pocos testimonios tan bien conservados», han destacado fuentes de la catedral.
La actuación de restauración de la iglesia de Sant Sever es una de las intervenciones más importantes en la recuperación del patrimonio cultural de Cataluña, con actuaciones como la recuperación de la policromía original de las figuras centrales del retablo mayor, una obra del escultor Pere Costa.
Las obras se iniciaron en 2019 para frenar el deterioro de la cubierta y otros elementos arquitectónicos afectados por la contaminación y una plaga de termitas. Sin embargo, la pandemia de la covid-19 obligó a detenerlas hasta finales de 2020. La primera fase se centró en la consolidación estructural del edificio, mientras que la segunda, dedicada al interior del templo, ha culminado con la restauración del retablo mayor. Los expertos han limpiado el polvo acumulado durante años, eliminado humedades y solucionado problemas de desprendimiento de pintura, logrando devolver el aspecto original a las figuras de Sant Sever y la Virgen María.
La iglesia que sobrevivió a la Guerra Civil
La iglesia de Sant Sever fue construida entre 1699 y 1704 por Jaume Arnaudies y su sucesor Joan Fiter. Desde su origen, fue propiedad de la Comunidad de Beneficiados de Sant Sever, un colectivo de sacerdotes que la abrió a la ciudadanía como lugar de culto.
Este templo es una de las pocas iglesias de Ciutat Vella que sobrevivió a la Guerra Civil Española, ya que fue una de las cuatro iglesias del barrio que no se quemaron. A pesar de su buen estado, ha pasado por diferentes restauraciones, destacando la de 1911, dirigida por el arquitecto Josep Maria Pericas, y la de 1929, cuando Pere Benavent embelleció su pared lateral medianera como parte de la renovación urbanística de la zona.