El claustro del convento de Sant Agustí
El claustro del convento de Sant Agustí es un símbolo raro de 2019. Resulta difícil (imposible) pensar en una época en la que hubiera sido posible la presencia normalizada de un bar en un edificio eclesiástico sin que parte de la opinión pública tuviera a bien epitetarlo como sacrílego.
Se entiende, entonces, que el Bar del Convent –así se llama este negocio– está protegido por los arcos góticos del claustro del convento de Sant Agustí. El de Sant Agustí es un convento que apenas fue tal: se terminó de construir en 1506 y durante el asedio de 1714 fue parcialmente derribado para pasar a ser un cuartel. Pasaron los años y acabó convirtiéndose en lo que es hoy: un centro cívico en el que se ofrecen unos 30 cursos de todo tipo.
Carrer del Comerç, 36.
El claustro del Hospital de la Santa Creu
Visitar un antiguo hospital. A priori, la proposición suena un poco macabra: los hospitales, como las cárceles y todos los edificios que tuvieron vida y ya no, están rodeados de un aura lúgubre y tétrica. Pero en este caso, en el de el Hospital de la Santa Creu, está lejos de ser así.
El Hospital de la Santa Creu, por si fuera necesaria la aclaración, no es el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Es, por decirlo de alguna forma, su antecesor. Cuando el hospital viejo se quedo ídem, un banquero de la época puso pasta de por medio para construir un nuevo hospital, que es el modernista y que todos conocemos.
Carrer de l’Hospital, 56.
El claustro de la Parroquia Santa Anna
La parroquia, que abre de 9 a 13 y de 18:30 a 20, es eso: una parroquia, pero el gran interés (o el punto en el que se focaliza todo mi interés) es el claustro. Un claustro que, como dice la cara de mi actor, es de inspiración gótica. No es que desmerezca el interior de la iglesia. A saber, según este artículo de el Nacional, aquí dentro se custodian obras de Pere Pruna, discípulo de Picasso. No desmerezco nada, digo, pero es que el claustro es, en palabras millennials (que es lo que soy), otro rollo.
Carrer Santa Anna, 29.
El claustro de la Catedral de la Santa Creu i Santa Eulàlia
El claustro de La Seu es toda una joyita, eso es innegable. Y también es el más conocido de la lista. Tiene tantos detalles que podríamos dedicarle un artículo a cada uno de ellos y nos quedaríamos tan a gusto, porque lo merecen. Desde las insignias medievales de los gremios de Barcelona que copan el suelo hasta su “ou com balla” pasando, claro, por el estanque, por la estatua de Sant Jordi o por el clásico belén de Navidad.