Mexcla (calle Ramón y Cajal, 35) es el restaurante de cabecera de muchos de los mexicanos que viven en la ciudad.
Cuando hablamos del barrio de Gràcia en términos de barrio con identidad propia –aquello de que no sea lo mismo ser barcelonés que gracienc y viceversa– nos estamos refiriendo, sin quererlo o queriéndolo, a restaurantes como Mexcla.
Un matiz: tampoco es lo mismo ser gracienc en el siglo XIX que en el siglo XXI. Serlo en 2019, en parte –y solo en parte–, significa que el restaurante referido, Mexcla, no pueda estar en otro barrio.
Mexcla es un auténtico restaurante mexicano. Con especial énfasis en la palabra que precede a restaurante. Auténtico, uno, por respetar la regla uno del esnobismo gastronómico: Mexcla es restaurante de cabecera para mexicanos –mis amigas mexicanas me lo han recomendado en numerosas ocasiones.
Y auténtico, dos, porque Mexcla no es el típico restaurante que se vanagloria de ofrecer la mejor comida mexicana de la ciudad regando toda ella con cantidades ingentes de cilantro y cuatro kilos de queso. Todo lo contrario. En Mexcla, por ejemplo, puedes comer quesadillas de huitlacoche –seta de la mazorca del maíz y alimento precolombino que no probarás en ninguna de esa entelequia de restaurantes.
Otra prueba de la autenticidad de Mexcla es el glosario de su carta. Un gesto simbólico, claro, pero que da cuenta de la voluntad representativa de los platos que aquí ofrecen. O sea, no es como cuando estás en el extranjero, se te escapa una palabra y ya no sabes el plato que has pedido. Aquí si un plato lleva axiote –azafrán de la tierra maya–, puedes consultar lo que es el axiote.
Y lo más gracioso –“gracioso”– es que el nombre de Mexcla viene de la unión entre comida Mediterránea y Mexicana. Ahora bien, la autenticidad a la que referimos deriva de que la pureza de ese 50% –o del porcentaje mexicano que le corresponda– es absoluta. Circunstancia que se nota en sus cócteles: sus micheladas son ambrosía.
A México y a Barcelona les separan una península entera, el Mar Caribe y el Océano Atlántico, pero, caray, yendo a Mexcla cualquiera pensaría que la distancia entre lugares las puede salvar el rodalies.