Ramona Coronado García alias Mónica del Raval. Pocas cosas como un apodo popular para definir la esencia de una persona a ojos de los demás. Pocos casos como este. Mónica es el nombre que Ramona escogió para ejercer la prostitución en Barcelona tras abandonar su Ciudad Real natal. Y del Raval el barrio desde el que la protagonista de hoy se convirtió sin esperarlo en un icono que representa toda una época en la ciudad.
Pero hoy ha fallecido. Mónica del Raval ha muerto a los 60 años en Barcelona, después de estar retirada desde el 2015 por problemas de salud. Quien no la conozca se preguntará por qué toda una ciudad llora la muerte de una mujer exprostituta del Raval. Pero quien sepa de quién hablamos entenderá que lo que lamenta la ciudad es la desaparición de uno de los últimos testigos de una Barcelona que desaparece.
De Ciudad Real a icono pop
Ramona Coronado García, Mónica, nació en 1964 en Villamanrique, Ciudad Real, y se trasladó a Barcelona en la década de los 90. Aquí se instaló en el Raval, donde durante más de tres décadas ejerció la prostitución.
Su aspecto característico, muy maquillada y con una corona plateada asomando por su melena rubio platino la convirtieron en un personaje destacado de un barrio que se ha resistido siempre al impulso gentrificador de una Ciutat Vella comida por el turismo.
A pesar de los estigmas asociados a su oficio, Mónica nunca ocultó su trabajo y, al contrario, lo convirtió en una parte central de su identidad pública.
La fama le llegó con el documental «Mónica del Raval», dirigido por Francesc Betriu en 2009, que ofreció una mirada íntima a su día a día y la consolidó como un ícono de la cultura urbana barcelonesa. También aparecería en el programa Callejeros, donde explicaría que había tenido miles de clientes en su vida.
En 2015, Mónica se retiró de la prostitución debido a problemas de salud que comenzaron a afectar su vida. En 2018, fue ingresada por una afección que la dejó con secuelas irreversibles y que hizo correr un bulo sobre su muerte, lo que la llevó a apartarse de la vida pública.
Desde entonces, vivía retirada del foco. Aún así, nada le ha quitado su estatus de ídolo y hoy que ha fallecido, se la recuerda por su espíritu luchador, su capacidad para enfrentar la adversidad con humor y resiliencia, y por representar a un Raval y una Barcelona que ya está a punto de desaparecer en el mismo cielo que Mónica.