Hay sitios escondidos y sitios que parece que se escondan. Els 3 Porquets es de los segundos: olvidado al final de una calle, con aspecto de bar paco y bajo un nombre de fábula infantil el sitio no revela que es, en realidad, un bar donde los que saben celebran sus días importantes.
En la época de las redes, donde cualquier mensaje largo aburre y donde solo hay tiempo de leer un concepto rápido para destacar un restaurante, da lástima no poder expresar con claridad la valía de restaurantes como el Tres Porquets, un clásico que lleva 15 años escondido tras la Gran Via y al final de la Rambla del Poblenou, allí donde ésta pierde su nombre, ofreciendo una comida que hace imposible llegar sin reserva da igual el día que sea de la semana porque los que saben ya lo han llenado.
Ellos, cuando vienen, piden el buñuelo de anguila ypuré de tupinambur con mayonesa de fondo de carne (o el que haya en ese momento) porque desborda la mano como un abrazo caliente hasta el punto de que es ya unos de nuestros platos preferidos del año. El umami de la anguila, la cremosidad del tupinambur y el umami de la mayonesa cárnica, el buñuelo giganete y un fritura estupenda: el resumen de un restaurante que conquista con sabores fuertes. Doble mérito: a la tarea de encontrar sabores contundentes hay que añadirle la búsqueda del equilibrio para no agobiar.
Lo hacen con la confianza de llevar más de una vida en el barrio. Marc es hijo de Can Pineda (literalmente, ésta era de su padre y su tío), histórica bodega del Clot, justo al otro lado de la Gran Via, casi se ven desde sus respectivos portales. Así, no le da miedo reabordar el pulpo con parmentier, que aquí por fin deja de aburrir cuando se hace frito, con puré de yuca y aceite de pimentón.
También, por supuesto, los guisos familiares de callos o albóndigas o platos con historia, la presa con 25 ingredintes que ya tiene dos décadas de vida en la carta.15 años de historia… En fin, que vayáis reservando.
Porque el 3 porquets es lo que tiene, que esconde tras una apariencia sencilla el conocimiento de décadas. Por cierto, tras una puerta oculta esconde también este reservado con vistas a su bodega de vinos, bien poderosa, donde gente como los ejecutivos de Mediapro (ahí al ladito) celebran sus cenas de negocios. Aquí se viene a huir de todo para concentrarse en comer como solo los puercos (y los que saben) disfrutan haciéndolo.