Probablemente, el mejor Phö de la ciudad en carrer d’Aribau, 137.
No voy a empezar el artículo diciendo que en Viet Kitchen se nota el amor con el que hacen los platos porque creo que es un intangible incontrastable. Pero creo que sé a qué hace referencia el cliché y por eso mismo reformularé la cuestión para tratar de decir algo más: los platos de Viet Kitchen derrochan autenticidad. Autenticidad no como sinónimo de originalidad: autenticidad como sinónimo de comida no occidentalizada.
Un ejemplo podría ser esta teoría: cuando abre un restaurante que necesita exportaciones de precio prohibitivo, caben tres posibilidades. Una, prescindir de ese ingrediente; dos, sustituir ese ingrediente por otro de matices similares; tres, fabricar ese mismo ingrediente. Y esta es la opción por la que abogan en Viet Kitchen. Y prueba de ello es la cha lua, salchicha de cerdo casera.
La cha lua, por cierto, está presente en sus Banh Mi y los Banh Mi (yo no lo sabía hasta visitar Viet Kitchen) son unos bocadillos vietnamitas que se hacen con pan de harina de arroz. Y que solo se pueden pedir al mediodía. Y que, es más, Viet Kitchen es el único sitio de Barcelona en el que se pueden probar.
Merece la pena probar los Banh Mi, sí, pero la joya de la corona es el Phö (sí, en mayúsculas). El Phö es el guiso vietnamita por excelencia y se nota que en Viet Kitchen le tienen cogido el punto. Lo hacen sin más artificios que los que exige un buen Phö: no satura, no hastía. El toque anisado es el necesario, el del cilantro, igual que el del picante y el de la soja fermentada (hecha por ellos, por cierto), a elegir.
Viet Kitchen es como todos los restaurantes de l’Eixample (estrecho y alargado) y no es excesivamente caro. De hecho, hay un menú degustación que cuesta 15€ y que merece bastante la pena. Un menú que sirve para refrendar una teoría: ante la pregunta de dónde comer comida vietnamita en Barcelona, Viet Kitchen es una de las mejores respuestas.