El covid ha cambiado muchas cosas, no sabemos por cuánto tiempo, y una de ellas ha sido la percepción que los y las barcelonesas tienen de su ciudad. Según la Encuesta de Servicios Municipales, la pandemia ha hecho crecer el descontento con la ciudad, duplicando respecto a cifras de 2017 el número de personas que se irían a vivir fuera de Barcelona si pudieran.
El 30 por ciento de los encuestados, casi una de cada tres personas, aseguran que se marcharían de Barcelona, una cifra que duplica el 15,5 por ciento de personas que afirmaban lo mismo hace cuatro años. Este 30 por ciento supone un máximo histórico que el Ayuntamiento achaca al malestar ocasionado por la pandemia, los confinamientos y las restricciones a la movilidad. También otras ciudades de España, Europa o EEUU han registrado cifras similares.
Aun así, resulta paradójico que los barceloneses valoren con un 7,3 sobre 10 su nivel de satisfacción de vivir en la capital catalana.
Aunque no es Barcelona la única ciudad del mundo que ha registrado este descontento hacia la vida en una gran urbe, a la que generalmente se viene en busca de prosperidad laboral pero de la que se huye en cuanto se da la posibilidad de unas vacaciones o días libres. Un análisis del Ayuntamiento de Barcelona del pasado mes de febrero dejaba ver que la emigración de la capital catalana hacia los municipios pequeños de los alrededores de la región había aumentado durante la pandemia. Entre enero y septiembre de 2020, Barcelona perdió población por primera vez en cinco años, con 13.094 empadronamientos menos.
Pese al descontento patente y el desgaste de la pandemia, el Ayuntamiento sigue siendo la institución mejor valorada, por delante de la Generalitat y del Gobierno central. Los principales problemas de Barcelona a ojos de los encuestados son la inseguridad (17,7%), las dificultades para acceder a la vivienda (7,6%) y la crisis sanitaria por el coronavirus (7,5%).