Berenjena, bonito, palometa, lechuga, melón, judía verde, melocotón, sandía y tomate, son los productos de temporada que protagonizarán las recetas y los emplatados del verano barcelonés este año. El marrón de la carne parece resultar, a estas alturas, demasiado monótono y oscuro como para complacer tanto a nuestro paladar como a nuestra salud: en esta ciudad gusta mirar y ver colores hasta en la sopa, por eso los proyectos de sostenibilidad también llegan a nuestros mercados y a nuestros platos de comida.
En línea no sólo con la salud y la sostenibilidad del medio ambiente, sino también con la intención de fortalecer las economías locales, uno de los proyectos promovidos desde el Ayuntamiento ha sido el Menú de las estaciones. Éste teniendo en cuenta las necesidades nutricionales de la población por un lado y la época del año, por otro. Y a raíz de este proyecto más de 160 restaurantes se han unido y han adaptado su carta a las necesidades del futuro. O, más bien, del presente.
No es de extrañar, por eso, que este año la ciudad condal se haya convertido en la Capital Mundial de la Alimentación Sostenible y será sede del 7º Foro Global del Pacto de Política Alimentaria Urbana de Milán.
Se trata del primer acuerdo internacional sobre política alimentaria urbana, dentro del cual, Barcelona ha sabido reivindicar su papel estratégico para el desarrollo de un sistema alimentario sano, justo y sostenible, con muy buena nota. En su apuesta por una sociedad libre y respetuosa con el medio ambiente, El Ayuntamiento, junto con el Comisionado de Economía Social, Desarrollo Local y Política Alimentaria en la dirección, actúa hacia tres ejes: la promoción de una alimentación saludable y accesible, en un modelo más sostenible y justo y siempre en vistas a combatir la emergencia climática.