Así lo ha reportado el Ayuntamiento de Barcelona: cerca de 3.000 niños no integran el calendario vacunal que le corresponde. Esta cifra supone alrededor de un 1’5% de los niños de menos de 15 años.
Es importante decir que hay cerca de otro 2% que no recibe vacunas por cuestiones de salud, por razones médicas. Lo noticioso del 1’5% referido en el párrafo anterior es que no están vacunados porque sus padres no quieren. Por ideología, por creencias religiosas. Allá cada cual con sus motivos, lo importante es que no quieren.
En unas fechas en las que el debate de la pseudociencia y el consumo de la leche cruda está tan presente, no se puede obviar este hecho. A pesar, dicho sea de paso, de que Barcelona está bastante por encima de otras grandes metrópolis en lo que a porcentaje de niños vacunados se refiere.
Con el fin de tranquilizar, la comisionada de Salud, Gemma Trafa, ha dicho que un 96’5 de la población susceptible de recibir vacunas está vacunadas con lo que: “Es importante decir que esos niños que no se vacunan no tienen problemas porque hay un porcentaje inmenso de niños que sí lo hacen”.
En cualquiera de los casos, tiene bemoles que ante los hechos, la gente prefiera hacer caso a un pseudoperiodista de TVE. Que ante la realidad (la implantación del calendario vacunal ha conseguido reducir en un 96% la incidencia de las enfermedades vacunables en los últimos 30 años), se corra el riesgo de sufrir una enfermedad. O, peor, de vulnerabilizar a una persona.