Los lugares menos esperados también pueden derrochar arte.
A veces el arte surge cuando menos te lo esperas y donde jamás pensarías en encontrarlo. Y también de las manos más extrañas. Porque podríamos estar aquí años discutiendo sobre qué es arte o qué no es arte y no llegaríamos a ninguna conclusión, porque quizás no haya cosa más subjetiva en el mundo. Pero para nosotros lo de los calabozos de Montjuïc no tiene otro nombre. Aunque no creo que lo vieran así los autores de los dibujos que se amontonan en sus paredes, los centenares de presos que pasaron por estas celdas con peor o mejor destino.
Los dibujos estaban «escondidos» tras todo el arsenal de material para rodajes de películas que hasta hace poco se guardaba en esas mazmorras. Cuando se retiró salieron a relucir todo tipo de pintadas en cada una de las cinco salas que conforman estos calabozos. Aunque hay una que se lleva la palma, la sala 3. Hasta 537 dibujos (y también algún que otro mensaje escrito) se aglomeran en sus paredes, lo que ha llevado a que los restauradores la conozcan como la ‘capilla sixtina’.
Este es un ejemplo de los muchos dibujos que puedes ver allí. Bueno, poder ver es relativo, porque los pases son pocos y muy alejados en el tiempo (están dentro de InMuseu, el programa del Ayuntamiento que permite visitar los lugares «más privados» de los museos). Como este hay muchos, se notaba que los detenidos -entre 30 y 50 por celda- pasaban un poco de necesidad. Pero además de dibujos eróticos o directamente pornográficos, puedes encontrar reproducciones de la Guerra de Cuba, escudos de arma, iniciales, aviones, calendarios, orinales, días tachados…
Fuente de la información: El Periódico