El coronavirus ha conseguido dibujar un escenario que creíamos reservado a la ciencia ficción. Como consecuencia del confinamiento, la movilidad en las ciudades cayó hasta tal punto que Barcelona se convirtió en la segunda ciudad con menos tránsito urbano del mundo. El tráfico aéreo también se desplomó.
Según la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés), las pérdidas del sector han sido y están siendo multimillonarias. Las estimaciones calculan que se perderán 250 mil millones de dólares, un desplome del 44 por ciento de los ingresos frente a los números del pasado 2019.
Los vuelos cayeron en enero y parecían recuperarse en febrero, una temporada ya de por sí poco fructífera para las aerolíneas, que tienen el grueso de su negocio durante la estación de verano en el hemisferio norte.
Sin embargo, tras la detección de casos en nuevos países y los cierres fronterizos decretados por algunos gobiernos, el mes de marzo fue el punto de inflexión. Como puede apreciarse en el siguiente gráfico, el primer pico de caída coincide con la declaración del estado de alarma por parte de algunos gobiernos. El de Donald Trump lo decretaba el 13 de marzo. Un día más tarde lo hacía el Ejecutivo de Pedro Sánchez, el mismo día la OMS criticaba la llamada «inmunidad de grupo» como estrategia por parte del Gobierno de Boris Johnson.
Desde aquellos días hasta los días de abril, el número de vuelos comerciales disminuyó en torno a un 75 por ciento. De los 102.669 vuelos comerciales registrados por FlightRadar24 el día 13 de marzo se ha pasado a los 26.773 vuelos del domingo 5 de abril.
La caída del número de vuelos es algo menor si atendemos al número totales de vuelos y no únicamente a los vuelos comerciales, es decir, si tenemos en cuenta otro tipo de desplazamientos aéreos como vuelos de aviones privados, vuelos militares, sanitarios o gubernamentales, drones o helicópteros. En este caso el descenso ha sido de un 68 por ciento.
IATA ya pidió ayuda a los gobiernos. Alexandre de Juniac, máximo representante de la organización, advertía que «sin unas medidas de alivio inmediato por parte de los gobiernos, no quedará industria en pie» en un momento en que el sector necesitaría, según IATA, una liquidez de al menos 200 mil millones de dólares.
La Comisión Europea también colaboró a que el cielo este un poco más despejado. Su presidenta, Ursula von der Leyen, anunció que las compañías aéreas no se verían afectadas por la ley que obliga a fletar el 80 por ciento de sus vuelos para mantener el derecho sobre el uso de sus slots en los aeropuertos. Así, «esta medida temporal ayudará a nuestra industria aérea y también al medio ambiente», señaló von der Leyen.
Foto de portada: Flightradar24.com