Tener la visión de un pájaro mola, y mucho. Por desgracia nunca nos convertiremos en los animagos que todo niño quiso ser cuando leíamos Harry Potter de niños. Ni tampoco seremos ese Goku con el que soñábamos los «algo» más viejos. Por suerte existen los drones, los helicópteros y los satélites para regalarnos estos auténticos fotones de nuestra ciudad.
¿Vértigo? ¿Fascinación? ¿O ambas?