La inauguración del centro, por cierto, supuso un acto pionero en lo que a este tipo de acciones se refiere.
Apenas llevaba una semana abierto cuando, durante la madrugada del sábado, el Centro LGTBI de Comte Borrell, 22, fue objeto de la ira homófoba de uno o varios ciudadanos. Pintadas, objetos arrojados y cristales rotos en un acto que, irónicamente, legitima (más si cabe) las razones de la existencia de un centro de estas características.
No ha faltado tiempo para que las organizaciones públicas se manifiesten y desaprueben el ataque. La concejala de Feminismos y LGTBI, Laura Pérez, ha dicho que: “a quien no sabe utilizar la razón solo le queda la violencia”. Ada Cola publicó un tweet en el que decía que: “Hace una semana inauguramos el centro LGTBI de Barcelona. Esta noche ha sufrido un ataque cobarde. Deben saber que no nos dan miedo, al contrario”. También el Observatorio contra la Homofobia ha denunciado el ataque y la Plataforma de Entidades LGTBI de Cataluña ha convocado hoy a las 18:30 una concentración de rechazo en la puerta del centro.
La inauguración del centro, por cierto, supuso un acto pionero en lo que a este tipo de acciones se refiere. Aquí se ofrece orientación, atención directa y asesoramiento. Pero también exposiciones, ciclos de charlas, clubes de lectura, debates o conferencias.
Decíamos que la respuesta de la administración, que ha concluido denunciar los hechos a la fiscalía, había sido inmediata. Tan inmediata como la respuesta de los vecinos de Sant Antoni, que han dejado claro su posicionamiento ante tal atropello.
La respuesta, sencilla en la magnitud de su grado simbólico, consiste en empapelar el centro con mensajes (en inglés, español y catalán) escritos en post-its: “Todo mi apoyo”, “Sí al amor”, “El odio se contrarresta con amor”, “Somos un barrio gay friendly”, “Stop homofobia”, “Tolerancia”.
Unos mensajes tan breves y sencillos como contundentes y reveladores. Unos mensajes orientados a causar más ruido que el odio. Unos mensajes enfocados a evidenciar y reivindicar que odiar es de cobardes.