«Los tentáculos del patriotismo son inescrutables», podría ser una buena frase para empezar una novela ambientada en este pueblo. Y es que la visión de un plano aéreo de Badia del Vallés no puede ser más surrealista: la península ibérica se dibuja en sus calles.
El espectáculo, si se quiere, o la situación, mejor dicho, está a caballo entre lo dantesco y la genialidad. Ya no es sólo la forma. Qué va. Las calles y su ubicación en el mapa también están elegidas deliberadamente. Es decir, no sorprende que la Avenida del Mediterráneo discurra, precisamente, por lo que debería ser el Mediterráneo. Lo mismo pasa con la Calle Zaragoza o con la Calle Oporto. La odonimia bebe de la recreación realista.
Lo mejor de todo es que el bautismo de algunos edificios públicos también está cubierto por el velo patriótico. Los colegios se llaman como los bailes regionales: La Sardana, La Muñeira o La Jota son algunos de ellos.
La historia de Badia del Vallés se ubica o se enmarca en el contexto de imposibles urbanísticos. Lo fue Oropesa del Mar, por ejemplo, en Castellón. Pero el caso de esta localidad (que, por cierto, es localidad desde 1994) sería verdaderamente bizarro si bizarro significara lo mismo en castellano que francés. Así que lo dejaremos en surrealista. Esta aparente modalidad del Sim City tuvo su origen en los 60 y cristalizó en el 73. Aunque no como se hubiera deseado. Las autoridades esperaban construir 12.000 casas, pero por un error en la planificación se construyeron sólo 5.372.
Por cierto, no debería pasar por alto lo de su autodeterminación como pueblo en 1994. Antes de tener su autonomía había sido, prácticamente, un polígono gestionado conjuntamente por Barberà y Cerdanyola.
Se da la casualidad también de que Badia del Vallés figura en las estadísticas como máximo representante de algo por partida doble. Badia es, tristemente, uno de los pueblos con las rentas familiares más bajas de Cataluña. También es uno de los municipios más pequeños (no llega al kilómetro cuadrado) y con mayor densidad de población (14.000 habitantes) de toda España. Ah, Sergio Busquets, el futbolista, es oriundo de ahí.
Ante la duda obligada de qué pasaría si el pueblo siguiera creciendo (se apuesta por las antiguas colonias de ultramar o terminamos de recrear Europa), la respuesta es la siguiente: Badia del Vallés, habida cuenta de las localidades vecinas, tiene difícil crecer.