
Pocas escapadas más atractivas que las que nos llevan a lugares abandonados, por su misterio, y, sin embargo, pocas veces conocemos todos los lugares misteriosos que se esconden cerca de la ciudad, como el balneario modernista abandonado del que te hablaremos hoy.
Hablamos de la Puda de Montserrat, uno de los lugares abandonados más misteriosos y fascinantes de Cataluña. A pocos metros del río Llobregat, este antiguo balneario cerrado desde 1958 al que llegó a ir la reina Isabel II
El balneario modernista abandonado a media hora de Barcelona
Puede parecer sorprendente, pero al pie de Montserat brotan una aguas sulfúricas que, históricamente, han sido un lugar para ir a buscar cura para todo tipo de enfermedades. Sobre ellas se construyó La Puda en 1870, que fue uno de los balnearios más exclusivos de su tiempo.
Llegó a tener su propia estación de tren y recibía a la burguesía barcelonesa que venía en busca de aguas milagrosas para curar problemas respiratorios, reumatismos y enfermedades de la piel. El olor a azufre, fuerte e inconfundible, era parte del tratamiento… y aún lo es hoy, cuando te acercas.
El edificio corresponde a la época dorada de la burguesía catalana, cuando los empresarios del textil (muchos en Manresa o en las distintas colonias fabriles de la ribera del rio Llobregat) acumulaban riqueza e importaban este tipo de lujos de Europa.
Durante la Belle Époque, La Puda era sinónimo de lujo: cenas de gala, tertulias literarias, baños en mármol y vistas imponentes a Montserrat. Incluso nobles y figuras de la cultura catalana pasaron por allí, como la reina Isabel II. Pero la llegada del siglo XX y las sucesivas riadas del río Llobregat, que inundaron el espacio, marcaron el principio del fin de La Puda.
Una ruina ¿visitable?
Hoy, el edificio está abandonado, en ruinas y completamente cerrado al paso, aunque sigue siendo visible desde el exterior. Su aspecto decadente, con ventanas rotas, escaleras derruidas y paredes que han sido devoradas por el tiempo, lo convierten en un escenario digno de una película de terror o una novela gótica.
Y aunque no se puede pasar, no es extraño encontrar las vallas abiertas y visitantes de lo abandonado paseando entre las ruinas. Obviamente, recomendamos tener mucho cuidado porque es un edificio en ruinas muy peligroso.
Para no arriesgarte, puedes acercarte a verlo desde la carretera C-55 o desde el camino que conecta el monasterio de Montserrat con el núcleo de Monistrol. Merece la pena hacer una parada para contemplar lo que fue y lo que queda, envuelto en ese aire de melancolía sulfúrica que solo puede ofrecer un lugar como este.