Comparte ranquin con ciudades como París, Londres o Nueva York.
Partiendo de la base de que toda participación es poca y de que toda acción cumplida dentro de plazo se habrá hecho tarde, recientemente hemos conocido una noticia que es motivo de relativo orgullo. Barcelona se encuentra entre las 43 ciudades más activas en la lucha contra el cambio climático.
El estudio lo ha llevado a cabo Carbon Disclosure Project (CDP), una organización no gubernamental que opera en Inglaterra y que se dedica a evaluar la calidad ambiental de las empresas.
El método de trabajo de CDP ha consistido en el envío de cuestionarios a administraciones municipales de todo el mundo. Las preguntas eran las siguientes: ¿se miden las emisiones?, ¿se conocen las vulnerabilidades de la ciudad?, ¿existe un plan de reducción de emisiones?
Y en una respuesta más inmediata a por qué Barcelona está entre las 43 ciudades más activas en la lucha contra el cambio climático, hemos podido saber que el Plan Clima Barcelona es una de las razones. Este plan, por cierto, reposa sobre dos objetivos: reducir el 45% de las emisiones en 2030 y ser neutra en carbono en 2050.
Hay otra medida, más concreta y tangible, que también ha sido destacada por la CDP. Hablamos de las superilles, un concepto de estudio internacional en lo que a morfología urbana se refiere.
Ahora Janet Sanz, teniente de alcalde, ha dicho que el próximo objetivo de Barcelona tiene que ser reducir al máximo el uso de plástico. Y más vale que así sea, porque cualquier decisión ya se habrá tomado tarde.