La Covid-19 es la primera pandemia que ha golpeado a la humanidad desde que esta es predominantemente urbana. La salud, obviamente, se ha tornado un lugar principal a la hora de hablar de seguridad, pero no solo ella. En un momento en el que la digitalización se ha visto en una situación de aceleramiento forzoso, se convierte en foco de atención prioritario la seguridad digital. Además, la forma y los motivos de viajar, de consumir o de acudir a los servicios públicos ha tenido que verse ante otro desafío propio en lo que a infraestructura se refiere.
«The Economist Intelligence Unit» ha considerado que este es un momento oportuno para comprender y actualizar lo que entendemos por seguridad, ya que lo que esta palabra podía llegar a significar en realidad para el mundo, desde el comienzo de 2020 ha sobrepasado las expectativas generales.
Este 2021 y patrocinada por NEC, la unidad ha publicado su cuarta edición del Índice de Ciudades Seguras, que ha colocado a Barcelona como la onceava, empatando con Nueva York, entre las ciudades más seguras del mundo. (La más segura de todas sería Copenhague, seguida de Toronto y Singapur). Pero, además, es la cuarta más segura de Europa. A nivel nacional, mientras que Madrid se quedaría en el puesto 21 del ranking, Barcelona se coloca como la ciudad más segura de España.
El estudio ha incluido 60 grandes ciudades y a trabajado con 76 indicadores organizados en cinco grandes grupos. En el aspecto concreto de la salud, Barcelona ocuparía el lugar número nueve del ranking mundial y tendría, asimismo, el 12 en seguridad personal, el 16 en seguridad digital, el diecisiete en infraestructuras y el 18 en medioambiente.
Pero hay algo mucho más interesante que se desprende del análisis de los resultados de este estudio y que la misma unidad de investigación ha concluido expresamente; y es que resulta que es requisito fundamental la transparencia para que una ciudad sea segura. Las puntuaciones del Control de la corrupción del Banco Mundial y las del Índice de Ciudades Seguras mantienen una correlación estadística muy alta, independientemente de los resultados en el IDH (Índice de Desarrollo Humano), que marcan el nivel económico y cuya relación con la seguridad no es tan sencilla sino que tiene que ver más con una especie de círculo virtuoso.