Leemos Carvalho. Problemas de identidad (Planeta, 2019) y escribimos una reseña en cuatro claves (y una coda).
Uno
Conviene empezar el artículo con un ejercicio de sinceridad: de Vázquez Montalbán apenas he leído unos cuantos artículos de un libro de columnas deportivas que me regaló mi hermano hace unos cuantos años.
Digo esto porque Carlos Zanón acaba de publicar Carvalho. Problemas de identidad (Planeta, 2019). Y el libro es una suerte de remake –no es un remake– de la saga de novelas y relatos que Vázquez Montalbán escribiera con Pepe Carvalho como protagonista. Más que un remake, entonces, es la recuperación de un personaje ajeno en beneficio de una trama propia. De una trama propia y de un nuevo contexto y de un nuevo entorno.
Una adaptación, la mencionada, que no puede ser catalogada todavía como tendencia o forma de trabajo, pero como a veces el periodista cultural tiene que jugar a ser pitoniso, diré que este tipo de ficciones se pueden asentar de aquí a unos años. La nostalgia, el ciclo del eterno retorno, Antonio Orejudo con Los Cinco y Yo, Disney con todas las adaptaciones de sus viejas películas y Zanón con su Carvalho.
Dos
De un tiempo a esta parte, cuando leo un libro pienso en si ese libro le gustaría a Roberto Bolaño. Y yo creo que este libro sí que le gustaría. Creo que Zanón y Bolaño no se conocieron y me parecería raro (“raro”) que se llegaran a conocer, pero creo que a Roberto Bolaño le hubiera caído bien. Decía Roberto Bolaño algo así como que menuda vanidad y qué candidez la de sus coetáneos, que pensaban que sus libros trascenderían su muerte.
Carlos Zanón no parece pensar como los escritores de la generación de Bolaño; sus libros son obsolescentes. Lo era Taxi (Salamandra, 2017) y lo es este.
Aunque solo sea por eso –y por el estilo: Zanón escribe como un espeleólogo–, creo que Zanón hubiera merecido la aceptación y la simpatía de Bolaño. Digo esto porque Zanón retrata una Barcelona rabiosamente actual –la actualidad siempre es rabiosa–. O sea, se puede hablar de Carvalho. Problemas de identidad en términos de radiografía. En la novela se palpa la tensión de la alerta terrorista al nivel 4; se acarician las banderas de los balcones, los alquileres por la estratosfera; se vislumbra una Barcelona caleidoscópica y nunca maniquea.
Tres
Hay una cosa en el mundo del gaming que se llama easter egg (huevo de pascua). Este concepto alude a regalitos o mensajes ocultos que el autor deja en el libro como una especie de regalo para sus fans.
Zanón hace algo así y dice cosas como que: “El carácter de Estefanía es imprevisible y se compensa con el de Biscúter, que es como los días de verano en Barcelona, siempre sol menos algún chaparrón que llega y se va, casi siempre coincidiendo con las fiestas del barrio de Gràcia”.
Y se te dibuja una media sonrisa, claro, porque a mi me cansa la solemnidad, me aburre la constante apología de la tristeza y me gustan los escritores con sentido del humor.
“Gaudí te odia, ¿Qué puede haber pero que eso? Que alguien como Gaudi, ese santo loco e inofensivo con su barba blanca y avieso tranvía a sus espaldas, te odie debe ser como si Andrés Iniesta, lleno de odio, te clavara un punzón en medio del plexo solar”.
Cuatro
Con la sapiencia de que este panegírico empieza a parecer un artículo pagado por Planeta –ojalá–, también he de decir que el libro se enmarca en una tendencia –quien dice tendencia dice necesidad– de revisión de lo masculino. De hecho, el lector queda advertido desde que lee el título: el protagonista tiene problemas de identidad.
“De acuerdo, de acuerdo. Somos tipos duros. Somos hombres, sea eso lo que cojones quiera decir”, dice un amigo de Carvalho. O “Todo lo que se me ocurre en un tío es negativo, desproporcionado o delito”, dice el propio Carvalho en algún momento del libro.
No es casualidad y tampoco sería erróneo –creo– hablar de hoja de ruta editorial: la masculinidad se la cuestiona con mucha ironía Iván Repila en El Aliado (Seis Barral, 2019), Victor Parkas lo hace con un tono incendiario en Game boy (Caballo de Troya, 2019) y, por supuesto, Carlos Zanón en este libro.
Coda
Carvalho. Problemas de identidad ha sido concebido para ser un best seller: Planeta lo ha editado con su sello grande, el de Autores Españoles e Iberoamericanos. No creo que llegue a serlo: a Zanón le falta una f para eso. Vicente Verdú decía que la literatura de best seller es literatura infantil para adultos. Y este libro es muchas cosas, pero esta última definición, no.