Crédito editorial: Cereria Subirà.
Hay negocios que cierran sus puertas y es como si nunca hubiesen ocupado un tiempo y lugar. Y otros en los que el paso del tiempo parece destilarse entre los dedos: recordamos perfectamente cuándo abrió, sus acontecimientos más importantes y el día en que echaba abajo la persiana para siempre. Seguramente, esto último es lo que ocurra si algún día cierra la Cereria Subirà, la tienda más antigua de Barcelona. Nos acercamos a este templo de las velas para conocer su historia y recorrer su belleza.
El interior del local
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Cuando entramos a la Cereria Subirà nos encontramos con un diseño y una decoración espectaculares. Esta última fue llevada a cabo por la tienda de tejidos La Argentina, que anteriormente ocupaba ese local.
Uno de los elementos que más capta nuestra atención es la espectacular escalinata, flanqueada por dos grandes esculturas femeninas. También su mobiliario antiguo, en tonos beige, rosa y verde pastel. Detrás de los mostradores, encontramos cientos de velas de todos los colores y tamaños. Y, cómo no, también de distintos usos: para la liturgia, las celebraciones especiales o para decorar nuestro hogar.
Recorremos su historia
Ubicada en la Baixada de la Llibreteria, la Cereria Subirà fue fundada en 1761 por el cerero Jacint Galí. Aunque no siempre estuvo ubicada ahí: inicialmente se encontraba en la calle Corders, por aquel entonces conocida como Nou de Sant Cugat. Galí murió en 1763, y fue entonces cuando su hijo tomó las riendas del negocio. Cuando éste también falleció, en 1825, Martí Prat decidió hacerse cargo del obrador. Hasta ese momento había sido el encargado del taller.
Más tarde, el negocio pasaría a sus hijos, que abrieron una segunda tienda en la parte alta de la calle Argenteria. Poco después se trasladaron a la tienda actual, aunque en aquella época la calle no se llamaba Baixada de la Llibreteria sino Baixada de la Presó.
Hoy, el negocio sigue vivo gracias a la tercera familia que lo regenta: los Subirà. Hablamos con Pilar Subirà, propietaria actual. Nos habla de la importancia de mantener vivo este negocio con más de 260 años de vida: “Cuando detrás hay un patrimonio que es tuyo pero que también es de la ciudad, hay una especie de orgullo por mantenerlo”. Y aclara: “Es una cosa que va más allá de nosotros”.
Sin embargo, nos recuerda que no basta con solo preservar un oficio y una cultura, sino que también hay que adaptar el negocio al momento en el que vivimos. “Nuestra misión es actualizar el negocio sin perder su espíritu”, asegura.
Pilar también nos habla de cómo ha ido evolucionando la cultura de las velas a lo largo del tiempo. Cuando se fundó la Cereria Subirà, las velas eran algo más esencial. “En cambio, ahora vendemos un producto de decoración absolutamente prescindible en el día a día”. A pesar de ello, explica que gracias a las modas y los hábitos que vienen de otras culturas han podido reinventarse y actualizar lo que hacen y venden.