
Ciudad portuaria, ciudad europea, ciudad vibrante, ciudad turística. Ciudad, ciudad, ciudad. Añádasele el epíteto deseado. Barcelona, ciudad indefinible y multiplemente adjetivable.
Literaria, si se quiere, es uno de ellos. No sólo a nivel de ambientación novelística, sino también en el sentido climático. En Barcelona se respira un ambiente que no se respira en otros puntos. Inhalar y tener la certeza, sin saber porqué, de que ahí han coexistido García Márquez, Vargas Llosa o Roberto Bolaño.
Se respira, claro, porque las palabras flotan en el ambiente. Todas las palabras de este artículo flotan en el ambiente. Todas estas citas literarias sobre Barcelona flotan en el ambiente:
Carmen Laforet en Nada
“Inmediatamente fue una percepción nebulosa, pero tan vívida y fresca como si me la trajera el olor de una fruta recién cogida, de lo que era Barcelona en mi recuerdo: este ruido de los primeros tranvías, cuando tía Angustias cruzaba ante mi camita improvisada para cerrar las persianas que dejaban pasar ya demasiada luz. O por las noches, cuando el calor ya no me dejaba dormir y el traqueteo subía la cuesta de la calle de Aribau, mientras la brisa traía olor a las ramas de los plántanos, verdes y polvorientos, bajo el balcón abierto”.
Garcia Lorca sobre las Ramblas
«La calle donde viven juntas a la vez las cuatro estaciones del año, la única calle de la tierra que yo desearía no se acabara nunca, rica en sonidos, abundante en brisas, hermosa de encuentros, antigua de sangre: la Rambla de Barcelona».
García Márquez en modo lacónico
“Barcelona era la puerta de Europa”.
Jaime Gil de Biedma demostrando que las Ramblas conquistan a poetas
“Irán amontonándose las flores
cortadas, en los puestos de las Ramblas,
y silbarán los pájaros -cabrones-
desde los plátanos, mientras que ven volver
la negra humanidad que va a la cama
después de amanecer”.
Rodrigo Fresán y las ventajas de vivir en Barcelona si eres escritor
«Y Barcelona es una ciudad muy agradable para los escritores. Tiene buenas librerías, lo cual es imprescindible, y luego tiene mar y montaña, así que te exime de tener que ir al mar y a la montaña, que es algo en lo que un escritor está pensando siempre: «Estoy en la ciudad, debería salir un poco». En Barcelona ese problema lo tienes resuelto. Puedes quedarte en tu escritorio sin ningún tipo de culpa. Miras por la ventana, caminas una calle, caminas otra, y ya tuviste tu exposición a la geografía cambiante».
Vargas Llosa sobre su adolescencia
«Éramos jóvenes, ¿no es cierto? Y Barcelona me parecía no sólo bella y culta, sino, sobre todo, la ciudad más divertida del mundo”.
Juan Goytisolo y el debate sobre el turista
«Barcelona es una ciudad acogedora por excelencia (… ). El turista, nombre por cierto bastante odioso porque Barcelona se merece y tiene verdaderos visitantes que en ella se recrean, está muchas veces perdido en medio de la ciudad, mirando un mapa sin saber por dónde tirar, a merced de la buena voluntad del barcelonés que podrá orientar sus pasos. ¿No pueden «ellos» exigir, puesto que su interés ha quedado demostrado al venir a vernos en este mes de agosto, que Barcelona sea una ciudad más asequible, más cercana, en definitiva más humana y amiga? Esas señas de identidad que Barcelona necesita deben serlo, sí, pero para todos«.
George Orwell, su deseo eterno de visitar España y el discurso de clase
«El aspecto de Barcelona resultaba sorprendente e irresistible. Por primera vez en mi vida , me encontraba en una ciudad en la que la clase trabajadora llevaba las riendas«.
James Michener y la visión extranjera
«Viajar por España y llegar finalmente a Barcelona es como beber un vino tinto respetable y acabar con una botella de champaña«.
Roberto Bolaño y los 70
«Barcelona, en el año 77, era una verdadera belleza, una ciudad en movimiento con una atmósfera de júbilo y de que todo era posible. Se confundía la política con la fiesta, con una gran liberación sexual, un gran estallido sexual, un deseo de hacer cosas constantemente, que probablemente era artificial, no me hago muchas ilusiones al respecto, pero, artificial o verdadero, era tremendamente seductor. Para mí fue un descubrimiento, y me enamoré de la ciudad. En Barcelona aprendí cosas que yo creía que sabía pero en realidad no sabía nada«.