Era 1929 y Barcelona estaba de fiesta. Y de fiesta grande, ya que ese año nuestra ciudad acogía su segunda Exposición Universal después de la famosísima Expo de 1888 que tanto cambió nuestras calles. En la Expo se vio de todo – tiempo había, ya que duró casi un año entero -. Desde los últimos avances tecnológicos a las innovaciones artísticas de la época.
En ese año Barcelona tuvo un invitado de honor en su cielo, el Graf Zeppelin diseñado en 1900 por el militar alemán Ferdinand von Zeppelin. Durante la semana alemana del evento, el enorme dirigible sobrevoló Barcelona haciendo gala del transporte de moda para unos pocos privilegiados. Era el indiscutible rey de la aviación de la época. Algo así como el Titanic del aire.
Hace ya mucho tiempo de aquello, y solo unos pocos recordarán haber visto con sus propios ojos esta auténtica mole sobrevolar nuestro cielo. Mucho ha llovido y esos días parecen ya olvidados, pero en Barcelona sabemos cómo cuidar de nuestra historia y siempre hay un detalle que nos recuerda las cosas más importantes de la ciudad. Tener el Graf Zeppelin surcando nuestros cielos es una de ellas.
El particular homenaje de Barcelona es un pequeño relieve en un edificio del Carrer d’Ortigosa, concretamente el que hace esquina con Junqueras. Es un edificio que se levantó en los años 30 bajo la batuta del arquitecto vanguardista Sixte Illescas. En su fachada, junto a otros pequeños relieves que se encuentran entre ventana y ventana, podemos encontrar uno dedicado a este acontecimiento, donde se observa perfectamente al dirigible sobre el cielo de la ciudad. Lástima que esté en la parte alta del edificio y solo se pueda ver bien en fotos como esta:
Por desgracia para los amantes de estos trastos, entre los que se incluye un servidor, su época no duró mucho y la famosa catástrofe del Hindenburg pocos años después con 36 víctimas mortales puso punto y final a estos gigantes.
Foto de portada: bbc.co.uk