La naturaleza tiene distintas formas de abrumarnos con su inmensidad. Unas veces nos acoge en espacios cerrados y profundos, como un bosque muy alto y enredado, en el que sonido parece que sale de todas partes, hasta de nosotros mismos. Otras nos coloca en mitad de un espacio abierto que nos traslada al infinito, donde el sonido llega de un lugar lejano y desconocido, como el mar, que se coloca ante nosotros haciendo que nos sintamos muy pequeñas. O tal vez gigantes.
Si eres de las personas que ama la segunda opción, de aquellas a quienes les fascina sentir la libertad de encontrarse con el cielo y con el mar y no saber diferenciarlos, existe un lugar para revivir donde muere el río más largo de España. O más bien dos. El Parque Natural del Delta del Ebro tiene dos salientes de suelo inmensos donde las vistas se convierten en agua y arena.
Playa del Trabucador
En Sant Carles de la Rápita, al llegar a la punta del Delta del Ebro donde el río ya ha muerto y su agua ya no es dulce, gira a la derecha y camina. Llegado un momento dejarás de ver sólo agua a tu izquierda y también la verás a tu derecha. Te estás adentrando en el mar a paso firme sobre un cabo de arena estrecho. Estás en la Playa del Trabucador en Tarragona.
Sus seis kilómetros y medio de extensión la convierten en una de las playas más grandes de la Costa Dorada. Ubicada en plena reserva natural, se trata de una playa salvaje, casi virgen y cuyas aguas se mantienen casi a la misma altura que la tierra. Sus orillas deben caminarse más de o habitual para alcanzar algo de profundidad en el mar, lo cual aumenta la sensación de libertad, hasta el punto de que nos parece estar de estar caminando sobre las aguas.
Playa del Fangar
La Punta del Fangar es una península de 410 hectáreas, una longitud de casi 7 kilómetros y un ancho que alcanza los 3 kilómetros. Trazar a pie la ruta que lleva a su precioso faro blanco y rojo, se convierte en una demo de lo que sería atravesar el desierto. Ninguna tontería, esta también es conocida como la Playa de los Espejismos, ya que durante las horas en las que el sol pega más fuerte, se pueden ver los reflejos del agua sobre las que se consideran las dunas más grandes del litoral catalán.
Entre los meses de abril y agosto, una cantidad variada de aves baja a anidar entre los arenales y las dunas de la Playa del Fangar, lo que convierte al paisaje en una experiencia mucho más cinematográfica si cabe. En la ruta circular de alrededor de 11 km. (menos de 3 horas) que completa la península, se pueden observar tranquilamente hasta preciosos flamencos, en las zonas de agua más tranquilas.