Aunque muchos decían que todo lo que estaba pasando no iba a cambiar nada, lo cierto es que la pandemia está teniendo algunos efectos muy positivos. Y muchos ya se pueden ver, físicamente, en los cambios que se están produciendo sobre el asfalto de los núcleos urbanos, donde tanto terrazas como carriles bici están tomando un espacio de la calzada que se está restando a la circulación de vehículos. Y es probable, incluso, que las quejas, no estén siendo tantas como hubiera podido esperarse. Apenas hay quejas, apenas hay coches. ¿Es posible que la calma y la alegría estén ocupando —¡un poquito!— nuestras calles?
En abril de 2020, Teresa Ribera, Ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, pedía desde el Gobierno a los Ayuntamientos potenciar el uso de la bicicleta en sus ciudades. A través de una carta, la ministra daba algunas recomendaciones a los alcaldes, como reactivar los servicios públicos de bici —y así hizo Madrid— o ampliar los carriles bici a polígonos industriales o localidades vecinas —como hizo Vitoria—.
Mientras que el Ejecutivo aprobaba una ayuda de 65 millones para la compra de coches eléctricos, aquél plan se quedaba en sólo un impulso, pero sin la financiación que llevan reivindicando muchos municipios desde siempre. Un día antes de este comunicado, el Estado recibía otro por parte del ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, en el que se sugería, a pesar de la necesidad de reducir su uso, la opción de utilizar el coche en el momento de la desescalada, dadas las circunstancias. No ha sido hasta este lunes, cuando Transporte ha anunciado una línea de ayudas para la creación de zonas de bajas emisiones, compra de autobuses eléctricos y construcción de carriles bici para los ayuntamientos de más de 50.000 habitantes.
Sin embargo, ya a esas alturas de 2020, ciudades como Berlín, París, Milán, México y Bogotá habían comenzado a colocar carriles bici provisionales. Una solución ante la posible saturación de tráfico a la que se sumaron Granada, Valencia y Barcelona en España. Hoy, según los datos que recoge El País, Barcelona es la ciudad española que más kilómetros de carril bici ha sumado desde la pandemia. El resultado es que a principios de este verano ya se podía ver cómo la movilidad en bici había aumentado en un 20%.
Al igual que ocurre con otros elementos urbanos —como la ampliación de las terrazas—, la construcción de estos nuevos carriles bici es temporal. Pero sólo su estructura. Según el plan, todos estos kilómetros de carril bici han venido para quedarse y, de hecho, aún faltan ocho más por sumarse al cambio.
En plena pandemia de una enfermedad respiratoria como es la Covid-19, directamente vinculada con la contaminación que se genera en las grandes ciudades, fomentar el uso de vehículos no contaminantes y la reducción, al tiempo, de los automóviles tradicionales, es de lo más sensato, además de sobradamente urgente.