Así de rotundo lo afirmó Greenpeace. Las medidas que derivaron del estado de alarma ponen aún más en evidencia lo que ya sabíamos: el abuso del transporte privado envicia el aire de las ciudades que todos respiramos y que causa al año 20 veces más muertes que los accidentes de tráfico, según la Agencia Europea de Medio Ambiente.
El confinamiento forzoso decretado por el Gobierno dejó sus frutos en la calidad del aire de nuestras ciudades. Greenpeace asegura que tras la primera semana de cuarantena los índices de contaminación han llegado a «mínimos históricos». La reducción del tráfico fue drástico, de en torno a un 60 por ciento en ciudades como Barcelona o Madrid, y la relación, señalan los ecologistas, es obvia: «a menos coches, menos contaminación».
También lo confirmó un estudio de Ecologistas en Acción, quienes señalan que el descenso de la contaminación en la ciudad ha sido de un 61 por ciento. El cambio es apreciable a simple vista. En las fotografías que ilustran este texto, tomadas desde el Parque del Guinardó, puede notarse la diferencia. La mitad de la izquierda pertenece a una instantánea tomada antes del confinamiento; la mitad derecha se tomó hace una semana.
Unos días sin tráfico bastan para limpiar la atmósfera. Esta afirmación la cataloga como «evidente» Adrián Fernández, responsable de la campaña de movilidad de Greenpeace. «De una situación tan difícil como la que estamos viviendo deberíamos extraer una lección: no deberíamos vacilar a la hora de tomar medidas contundentes siempre que se ponga en riesgo la salud de las personas», señala Fernández.
En Barcelona, los niveles de NO2 se redujeron tanto que permitieron no inclumpir los límites normativos. Lo mismo pasó en Madrid, donde la contaminación rondó el 40 por ciento del límite legal impuesto por la Unión Europea.
«Estos registros confirman que el automóvil es el principal contaminante en las ciudades españolas. La bajada sin precedentes del tráfico por carretera ha permitido reducir la contaminación en cuestión de horas, a pesar de que otras fuentes como las calefacciones de los hogares y el transporte público han seguido funcionando», apunta Fernández.