«No necesitamos más concentración turística». Esta fue la justificación que la alcaldesa Ada Colau dio en su día para oponerse a la instalación del museo Hermitage en el puerto de Barcelona. La negativa era a instalarse en el puerto, no a que se pudiera instalar en otra parte de la ciudad, pero los promotores del museo parecen estar ya buscando ubicaciones alternativas a la ciudad condal que pasan por ciudades como Málaga o Sevilla. También Madrid.
Se han iniciado negociaciones son sendos ayuntamientos, pero todavía está por ver qué decisión tomará la sociedad Museo Hermitage Barcelona, constituida a efectos de la instalación del museo en la ciudad y que la controla en un 80 por ciento un fondo de inversión suizo-luxerburgués. Cultural Development tiene el resto del capital.
El proyecto del edificio ya estaba listo. Una maqueta de fachada con líneas ondulantes que se iba a ubicar cerca del Hotel Vela. También se contaba ya con el visto bueno de la Autoridad Portuaria de Barcelona.
El Hermitage ha abierto varias subsedes por todo el planeta, como Ámsterdam, Ferrara (Italia) o Londres. Las dos primeras funcionan bajo un sistema al estilo de las franquicias donde el inversor se encarga de asuntos logísticos. La sede de Ámsterdam, por su parte, está instalada en un edificio del siglo XVII restaurado ofrece dos grandes exposiciones temporales por año y cuenta también con un restaurante.