Después de 6 años de obra continuada, con dos interrupciones añadidas, uno de los cambios más esperados en Barcelona verá por fin la luz el próximo sábado 6 de noviembre. A partir de este momento los coches ya podrán circular por sus carriles bajo tierra, aligerando así notablemente el tráfico en una zona clave de entradas y salidas.
Dos enormes tubos de 957 metros (1,2 kilómetros de distancia subterránea) recorrerán de la calle Padilla a la Rambla de Poble Nou, sin permitir salidas intermedias. Es decir que, una vez se entre en el túnel, no se podrá salir de él hasta terminarlo y aparecer por el extremo contrario.
Cada tubo corresponderá a cada uno de los dos sentidos de la marcha y tendrá dos carriles. Cuatro carriles en total más uno extra para el transporte público y, todos ellos, contarán con un radar a lo largo del tramo subterráneo que controlará que el límite de velocidad no supere los 50 km/h.
Pero sólo se podrá utilizar el túnel para salir de Barcelona, hasta principios de 2022, cuando se habilite la entrada de vehículos por el mismo.
El nuevo túnel supondrá una solución que pondrá a prueba las posibilidades de movilidad de la ciudad, enviando a circular bajo tierra a los 35.000 vehículos que ahora circulan en superficie en Glòries y dejando el espacio de la plaza únicamente para las bicicletas y los autobuses TMB.