La iniciativa de enviar libros a Trump formaba parte de una campaña para promover la lectura y fue la ganadora de un concurso público. La idea, que es de la empresa After Share (quizás así no os suene, pero si os digo Risto Mejide la cosa cambia, ¿verdad?) ha cosechado numerosas críticas desde varios sectores. Desde la oposición, Llegir en Català (una asociación de editoriales independientes), la Associació Col·legial d’Escriptors de Catalunya, la Associació d’Escriptors en Llengua Catalana o el PEN catalán, entre otros.
Tras toda la polémica, finalmente el Instituto de Cultura de Barcelona ha anunciado que la campaña queda en suspenso en búsqueda de una revisión. Esta solo se llevará a cabo si, tras la reformulación, contase con el apoyo del sector editorial. Lo que parece un poco complicado hoy en día tal y como está la propuesta, que estaba más cerca de ser una pequeña broma o un acto propagandístico a un verdadero acto de fomentación de la lectura, según argumentan sus detractores.
Fuente de la noticia: El Periódico