Te puedes haber leído y releído todos los libros miles de veces y puedes saberte de memoria cada escena de cada película, pero la experiencia del escape room no tiene parangón con el consumo pasivo de información.
Y es que, en cierto modo y bien pensado, disfrutar de una escape room es como (casi sin el como) formar parte de la saga. No como entrar en el decorado: entrar en el decorado para verlo y echar cuatro fotos sería aburridísimo. Esto es, más bien, entrar, vivir la narrativa y sentir incluso la ansiedad por tener que escapar de la cárcel de más alta seguridad del mundo.
Porque esa es la idea que vehicula y el objetivo de esta escape room: tienes que salir de Alkabán (los que persiguen el copyright son peores que los dementores) convertido en mago… o serás enviado a la horca.
Dicho de otra forma: tienes que transformarte en carcelario, ser más listo que Sirious Black (o por lo menos igual de listo) y escapar de Alkabán. Escapar de Alkaban, de sus monstruos y de sus explosiones.
Alkabán, por cierto, en este caso no está en la Isla del Mar del Norte. No, no hace falta que cojas un avión o un barco para llegar a ella. Basta con que cojas el metro y te bajes en Urquinaona: Alkabán está en Trafalgar, 17. Es necesario reservar antes de ir y lo recomendado es ir de 2 a 4 jugadores.