«Eva María se fue buscando el sol en la playa…con su maleta de piel y su bikini de rayaaaas» Tanto si te llamas así como no, el caso es que el caloret ya es parte de nuestro día a día, como el olor a sobaco que impregna el transporte público, la humedad y el aire caliente. Menos mal que tenemos playa porque como tuviéramos que vivir el verano sin la posibilidad de huir a la costa, estaríamos apañados.
Me encanta ir sola a la playa, no porque tenga problemas para relacionarme con la gente sino porque me encanta observar el ambiente, analizarlo y extraer mis propias conclusiones sobre el ser humano. Es gracioso porque por muy diferentes que sean los seres que pueblan las arenas barcelonesas, todos y todas terminamos pasando lo mismo:
1. Arena, arena everywhere: da igual las precauciones que tomes para que ni un solo grano de arena quede pegado a ti, volverás a casa y tendrás que sacar la escoba para barrer ese polvito molesto del que es imposible desprenderse. La arena gorda tiene un pase, pasas una toalla y la eliminas pero la fina…
2...y alquitrán: si hay un enemigo peor que la arena, son las pequeñas motitas de alquitrán que por mucho que rasques, no se quitan.
3. El agua está fría: da igual que el Mediterráneo tenga fama de caldoso, está fría…al principio. Después de nadar un rato vuelves a tener calor.
4. Topless: tanto si eres hombre como si eres mujer, la imagen de una chica o señora (porque normalmente suelen ser señoras) enseñando los pechos hace que más de uno haya tenido gire la cabeza con la boca abierta cual niña del Exorcista. Ellos se deleita, ellas comparan y piensan «yo los tengo mejor puestos». Hay quien lleva la moda de ir sin la parte de arriba del bikini al extremo y toma las cervezas en el chiringuito casi como la trajeron al mundo.
5. Bañadores fardapaquete: es que no encuentro otro nombre para definirlos. Ellas presumen de busto y ellos de equipamiento. Aprovecho la ocasión para decir que por mucho músculo y tupé que luzcáis, eso no le queda bien ni a Johny Bravo.
6. Niños molestos: son adorables, vale pero cuando te pisan la toalla y la llenan de la (maldita) arena, no tanto.
7. Amor a primera vista: ir a la playa e ir en transporte público tienen una cosa en común: cada cinco minutos, encuentras a tu alma gemela, sobre todo si lleva consigo una tabla de surf y presume de bronceado californiano…
8. La llamada de la naturaleza: la vejiga te anuncia a gritos que va a reventar y ¡Alarma! No hay baños a la vista. La alternativa es meterse en el agua y alejarse un poco de la orilla, por aquello de no molestar. Si pensáramos en la cantidad de personas que hacen lo mismo, nos lo pensaríamos dos veces antes de bucear. He llegado a ver bolitas de heces flotando y hasta una compresa usada. Hay límites.
9. Exceso de crema: te pones «un poquito de crema» para no quemarte y acabas pareciéndote a Copito de Nieve…Con las consecuentes carcajadas de tus amigos.
10. «Algo me ha tocado el pie»: tienes un trauma infantil con las películas de Tiburón y la serie de Los Vigilantes de la Playa, admítelo. A la mínima que un «algo» desconocido te roza te montas una película sobre lo próximo que está tu final.