La estética del Delta la Tordera cambia cada año.
Cristobal Colón, Juana de Arco, Carlo Magno, Cleopatra, Alfonso X y, no sé, Gengis Kan tienen algo en común. Bueno, tirando del hilo tienen muchas cosas en común. Pero en lo que nos interesa y en el tema que estamos tratando todos ellos coinciden en algo. Ninguno de los seis personajes mencionados conoció el Delta de la Tordera.
Alguno pensará con buen tino: “Claro, y tampoco la Patagonia”. Pero no, en este caso, no lo conocieron y si hubieran querido, no lo hubieran podido conocer. Podrían haber podido pasar por delante de él y no lo hubieran visto. Podrían haberlo pisado y no habrían tenido constancia de que ahí se formaría -años más tarde- un delta.
Porque esa es la historia. El Delta de la Tordera es de formación relativamente reciente. Nueva York también: pero eso es pura mano de obra humana. Esto no. Esto es obra de la naturaleza como consecuencia de la intervención humana en ella misma. El Delta de la Tordera existe desde hace tres siglos.
Los vecinos de la época intervinieron en el terreno para transformarlo en zona agrícola. Y el rio -de 61 kilómetros y nacido en el Macizo del Montseny- a su paso por la zona ha ido arrastrando sedimentos. Poquito a poco. Como va haciendo la naturaleza. Despacito, como hace Luis Fonsi, le ha ganado ocho kilómetros al mar. (Incurriendo así en una ironía medioambiental: mientras crece el nivel del mar en el resto del mundo, en el Delta de la Tordera es la tierra quien le come terreno al Mediterráneo).
La Tordera, por cierto, es un río que desemboca en el norte del Maresme. Concretamente entre Malgrat de Mar y Blanes. E historia al margen es un lugar fundamental para el ecosistema avícola de Cataluña. Y no sólo avícola, realmente. Lo variado de su ecosistema también es digno de comentar (así lo elogian los ecologistas). Aquí están las espectaculares dunas de la conca (de verdad, espectacular morfología dunar) y el pla de grau (un extensísimo espacio agrícola).
Otra cosa interesante sobre este delta -y cualquiera- interesante de comentar es la siguiente. Igual que aquello que dicen que decía Heráclito de que “Nunca te bañas dos veces en el mismo rio”, con el Delta de la Tordera ocurre algo parecido. Ya no es que no te bañes dos veces en el mismo río. Es que cada año se somete a una macrooperación natural de cirugía estética. Las corrientes marinas y fluviales lo transforman todo el rato. Nunca es el mismo delta.
Cada visita, entonces, es única e irrepetible.