Esta es la situación: vives en una ciudad aburrida, sin playa o ambas, te apetece desconectar de tu entorno y las vacaciones de agosto parecen lejanas. No puedes esperar más, necesitas salir de la rutina de tu familia, curro, amigos…Has de cometer una locura. De pronto un pensamiento cruza tu mente: ¿Y si pasas un inolvidable fin de semana en Barcelona?
Al principio parece una locura: no tienes billete, no has planeado nada ni has avisado a nadie. Imposible, quizá dentro de unas semanas…Pero te apetece ir AHORA, nada más salir de la oficina. Como la protagonista del videoclip de I could be the one de Avicii, te da la vena, lo dejas todo y corres a tu coche rumbo a la ciudad condal al ritmo de este temazo. Lo estás haciendo, campeón o campeona. Estás improvisando. Tu vida parece que vuelve a recobrar el sentido.
Todo esto es muy guay pero para evitar llegar a tu destino y no saber por dónde empezar, he preparado una miniguía de lo que hay que ver en una de estas escapadas breves. No pido que planees, solo que la oferta abrumadora que ofrece la ciudad no pueda contigo. Are you ready?
Viernes noche
Imagino que para cuando llegues a tu destino ya será un poquito tarde y las cosas culturetas ya estarán cerradas. Lo que puedes hacer es introducirte en la noche barcelonesa tomándote algo en un bar de categoría como el Markin´s Bar, donde todos los mojitos son de colores o Caporal, donde hay ofertas como esta en la que un pintxo y un vermut te salen bien de precio.
Después de los copazos a caer redondo a la cama, que te esperan 48 horas intensas.
Sábado
Ponte el despertador a una hora temprana que no hay tiempo que perder. Tu primer destino va a ser el Parc Güell. Si estás aquí hay un nombre que no se te puede olvidar: Antoni Gaudí, responsable de que Barcelona tenga construcciones que parecen sacadas de la serie Hora de Aventuras. Este enorme parque, además de ser precioso, es una de ellas y es tan grande que te va a llevar un buen rato explorarlo. No guardes la cámara porque cada diez segundos vas a querer fotografiar algo.
Hay que pagar una tarifa extra si quieres ver el famoso Drac o sentarte en el banco más largo del mundo. De ti depende valorar si vale la pena o no.
Coge el metro y haz parada en la estación Sagrada Familia (L5) para contemplar lo que yo considero la “Torre Eiffel de Barcelona”. Sin esta basílica, la ciudad no sería la misma. Lleva más de un siglo en construcción y si tienes tiempo, ganas y paciencia para esperar la eterna cola de turistas, puedes visitarla por dentro.
Por la tarde
¡Aún no hemos terminado con Gaudí! Después de un break acércate a Passeig de Gràcia y fotografia tanto la Casa Batlló como La Pedrera. Aviso que no hay tiempo para visitar ambas por dentro así que elegir, decántate por la segunda; que está inspirada en las formas de la naturaleza (no hay ni una sola línea 100% recta) y tiene un tejado que parece sacado de un cuadro de Dalí.
Domingo
Sí, ya sé que los pies te duelen de tanto patear la ciudad ayer así que permítete un momento de relax y ve a la playa de la Barceloneta. No es mi favorita pero es la más accesible si quieres seguir visitando la ciudad. Eso sí, cuidado con tus pertenencias, no es un sitio donde puedas dejar la bolsa de playa a su libre albedrío mientras te bañas.
Come en algún restaurante de la Villa Olímpica, pasea por el puerto y atrévete a adentrarte en el Barrio Gótico para descubrir la parte más histórica a la par de misteriosa de la ciudad. Ideal para los aficionados a Eduardo Mendoza y Carlos Ruiz Zafón.
El finde llega su fin y toca volver a la rutina. Un fin de semana en Barcelona sienta como una semana de desconexión ¿A que sí?