Es bastante claro que si un viajero del tiempo llegase desde la Barcelona de 1880 hasta la de hoy, dicho viajero se sentiría desnortadísimo en casi cualquier sitio. En el Camp Nou, desnortado; en la Ciutadella, desnortado; en la Sagrada Familia, desnortado y en las afueras, pues ni te cuento. Sin embargo aún habría lugares que nuestro viajero podría considerar un refugio, y uno de ellos es, sin duda, este.
La Granja Viader abrió en 1870. 149 años más tarde, ahí sigue. Como si nada. Bueno, como si nada tampoco. La Granja Viader ha vivido, ha experimentado o ha sufrido algún que otro cambio de gran importancia. A saber, en sus orígenes no era una granja: Viader I (hubo de haber más Viader antes que él, pero le vamos a llamar así) montó una lechería, no una cafetería a la barcelonesa.
Porque una granja, vaya por delante de todo —y huelga decirlo, porque no todo el que nos lee tiene por qué ser necesariamente un docto en la identidad local—, es una especie de cafetería. Pero, ¿qué tiene de especial? Básicamente su pasado: el origen etimológico de las granjas viene de las antiguas lecherías. El sitio en el que comprabas la leche para llevártela a casa terminó por ser el sitio en el que consumías le leche.
Volviendo al tema: Viader II tomó las riendas de la lechería con más ambición y visión de negocio que Viader I. Tanto es así que en el mismo local en carrer d’en Xuclà 4, Marc Viader bautizó a la granja con su propio nombre y amplió el concepto. Ya no era una lechería, sino que también era una cafetería. O lo que fuera.
Algunos años más tarde, el bautizado como Viader II fundó Letona S.A., que sería algo así como una central de tratamiento lácteo. Se dedicaba a refrigerar, pasteurizar, esterilizar y envasar productos derivados de la leche, siendo entre ellos el Cacaolat, muy probablemente, el producto más famoso. De hecho, tal fue la revolución que supuso esta receta, que su puesta de largo tuvo lugar en Hungría. Y a partir de ahí el resto es Historia.
Historia, además, que ha sido retomada por la familia. Hasta cinco generaciones son las que han pasado por las paredes de la Granja Viader desde que, en 1870, este negocio abriera sus puertas.