El parque se ha llenado enseguida de entrenadores Pokémon ansiosos de hacerse con él.
Esta mañana el Park Güell ha amanecido con unos cuantos inquilinos más. A raíz de Pokémon GO, la exitosa plataforma que lleva a la realidad a los monstruitos que marcaron nuestra infancia, ha aumentado el flujo de visitas al parque. Los interesados no son un grupo masivo de chinos que viajan con todos los gastos pagados, sino una oleada de entrenadores dispuestos a darse de empujones con tal de ser los primeros en atrapar al Pokémon de agua.
Según Oriol, un estudiante de informática que no se ha despegado en toda la tarde de la pantalla del móvil, el Gyarados permaneció durante cinco minutos en el mismo lugar donde se asienta el Drac diseñado por Antoni Gaudí, uno de los elementos más emblemáticos del parque. «Di la voz de alarma a dos amigos para que completaran su colección de Pokémon. Lo que no sabía es que ellos avisarían a su vez a otros usuarios de la plataforma. Aparecieron quince».
Para desgracia de estos entrenadores, el Gyarados desapareció pronto ya que al tratarse de un Pokémon de agua, no podía permanecer mucho tiempo fuera de su hábitat. Eso no ha disuadido a los entrenadores, que aún merodean por el parque en busca de nuevos compañeros de viaje. El boom de Pokémon GO ha revolucionado a freaks y no tan freaks hasta niveles insospechados; hasta el punto de alquilarse una barca para cazar Pokémon de agua en la Barceloneta o arriesgarse a caer desde lo alto de La Pedrera con tal de capturar un Pidgey.