Fantaseemos con la historia: un estadounidense hace un viaje a Barcelona a principios de siglo XX y se queda epatado con la obra de Gaudí; paralelamente, unos inversores quieren levantar un rascacielos en Nueva York y no saben a quien encomendarle tal tarea; el estadounidense que flipó en Barcelona conoce a los inversores y les recomienda que contacten con Gaudí porque es un genio; ellos solo oyen la palabra genio, le contactan y le piden bocetos; llegan los bocetos y los inversores consideran desproporcionada la obra de Gaudí, le dan las gracias (o no) y el proyecto queda en agua de borrajas.
Este ejercicio de ficción es sencillamente eso: un ejercicio de ficción. Al menos lo es en el cómo, lo que sí que es cierto es que alguien le pidió a Gaudí que pergeñara un rascacielos en Manhattan.
La realidad, Juan Bassegoda, conservador de la Real Cátedra Gaudí, la define así: «Dos industriales norteamericanos le encargaron a Gaudí en 1908 un hotel para Manhattan. Él hizo dos croquis y algunos dibujos, pero estos últimos se perdieron en el incendio de 1936. El hijo del escultor Juan Matamala conservó los croquis durante 30 años, después con lo que recordaba interpretó lo que hubiera sido el Hotel Attraction con 360 metros de altura. Hay que recordar que estaban en 1908 y el Empire State, que tiene 300 metros, no se construyó hasta los años treinta. Sinceramente, creo que los empresarios se espantaron con la idea de Gaudí«.
Curiosamente, este proyecto inacabado se desconoció hasta 1956, cuando Joan Matamala (escultor y ayudante de Gaudí) hizo públicos los bocetos que Gaudí concibió entre 1908 y 1911. Una revelación, la de Matamala, no exenta de polémica. El entorno de Gaudí negó la posibilidad por el simple hecho de no conocerla. Luego se confirmó a autenticidad de los bocetos (¡y eso que muchos de ellos se quemaron durante la Guerra Civil!) y
El rascacielos se hubiera llamado Hotel Attraction y hubiera supuesto la primera y única obra de Gaudí fuera de España. El edificio iba a ser un mamotreto de 360 metros y hubiera sido el más alto, no solo de Nueva York, sino del mundo; ocupando, además, un área de 115×140 metros.
El Hotel Attraction habría supuesto una anticipación y amplificación del concepto de centro comercial: hoteles, restaurantes, galerías de arte, viviendas. Hay también quien lo define como catedral laica o templo pagano, pero no es del todo acertado porque Gaudí pensó en levantar una pequeña capilla cristiana en el interior del lugar.
La idea volvió a sonar con fuerza en 2003 cuando el Ayuntamiento de Nueva York no sabía qué hacer en la Zona Cero. Fue entonces cuando la Real Cátedra Gaudí trató de convencer (sin éxito, a la luz de los hechos está) de construir en ese espacio el Hotel Attraction.
Puede ser que esta intentona no fuera en balde y que inspirase a los guionistas de Fringe. Fringe, que es una serie de ciencia ficción que le gusta mucho a mi padre, mostró una Nueva York irreal: el proyecto irrealizado apareció realizado.