¿Verdad que sería inconcebible que en un mismo restaurante te sirvieran una tortilla de patata como en un bar manchego, una pasta como hecha por una abuela de Trastevere y un chucrut como de Baviera? Pues algo así pasa con la comida asiática. Englobar todas las gastronomías asiáticas en una sola cocina es tan atrevido que lo lógico es que el resultado sea el fracaso.
De ahí que sea importante hacer subdivisiones que especifiquen los platos en cuestión. Ya no por regiones, pero sí por países. De ahí que sea importante y elogiosa la presencia de restaurantes como Koryo. De ahí que si algún día te preguntas dónde comer comida coreana en Barcelona, Koryo se erija en respuesta absoluta.
Koryo es en sí mismo un favorazo para aquellos que queremos experimentar con nuevas cocinas pero que no tenemos los suficientes ceros para costearnos un vuelo a Seul. Y no solo por eso: Koryo es un favorazo porque puedes comer como un oligarca ruso o de menú del día (en serio, el menú es recomendabilísimo y apenas cuesta 12€).
Algo bastante guay de Koryo, además de lo específico de sus características, es su decoración: hogareña y que invita a la calma. Ubicado en la zona alta de Barcelona, Koryo es uno de los sitios que nos gustan en este medio: tranquilo, escondido, pequeñito y acogedor. Otra razón por la que Koryo es bastante sui generis es la siguiente: si pides una Coca Cola, te van a decir que chau. Aquí no sirven refrescos carbonatados porque no combinan con el sabor de sus platos y porque enmascaran el producto.
Cerraré el artículo con un cliché: como es posible que no conozcas tres cuartas partes de la carta (el ciudadano medio, categorización entre la que me incluyo, conoce el kimchi y gracias), es aconsejable dejarse recomendar en base a gustos individuales. Ahora bien, si apuestas por el bibimpap, seguro que no te arrepientes.